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 miércoles, 06 de abril de 2005  
En recuerdo del 2 de abril

Todavía resuenan los ecos de la aventura llevada a cabo por la dictadura, en aras de relegitimarse ante una decadencia que, al poco tiempo, la obligó a una nueva salida electoral, tal como define Félix Luna en su obra "Golpes militares y salidas electorales". Jóvenes apenas instruidos y poco pertrechados, junto a quienes se forjaron en los institutos y colegios militares, fueron enviados a una guerra con final anunciado, pues, en el sano juicio de muchos, se sabía del apoyo del Imperio a su madre imperial. Hoy, esos jóvenes son adultos y algunos de ellos pasan las mayores penurias económicas y sociales, apenas atenuadas por el modesto reconocimiento de la demagogia kirchnerista y de aquellos que vivimos en aquella época tan problemática y febril. Tras las infinitas amenazas recibidas a su regreso, después de la rendición, del desamparo absoluto del régimen militar con respecto a las secuelas físicas y psicológicas de la guerra, todavía siguen exigiendo ocupar su lugar en una sociedad indiferente y a un Estado autista que poco o nada hizo por asistirlos. El síndrome de irrelevancia que afecta a las personas con discapacidad, a pesar de su reconocimiento jurídico por parte de la dictadura del 76, los envuelve y asimila al de este colectivo tan desprotegido. No basta con darles pensiones, hay que homenajearlos porque ellos son quienes pusieron el pecho a las balas, gracias a una dictadura sombría que los hizo crecer de golpe. También hay que asistirlos desde lo social y desde lo sanitario, teniendo en cuenta la precariedad de su existencia junto a sus familias y las secuelas imborrables que anidan en su cuerpo y en su mente. Los que están y los que no están fueron quienes hicieron posible, tal vez, una de nuestras mayores epopeyas, lo cual debería llevarnos a la reflexión y a brindarles nuestro sincero, sencillo y humilde homenaje... Dedicado a Eduardo Elbio Araujo; que en paz descanses, soldado argentino...

Profesor Juan Carlos Sánchez


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