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 lunes, 13 de diciembre de 2004  
Las pulsaciones del Tolo

El Tolo Gallego fiel a su estilo vivió el partido a mil. Recién logró soltarse de sus ataduras, cuando desde el banco el profe Jorge Fleitas -que estaba escuchando el partido de Vélez por radio- le avisó que había terminado empatado. Entonces, el Tolo explotó. Se abrazó con sus tres hijos, con todos los integrantes del banco, posó con una sonrisa ancha de felicidad para los reporteros gráficos, y se sumó al festejo posterior con todos los jugadores. Derrochó felicidad por sus poros y se emocionó hasta las lágrimas, porque no fue un título más para él. Si bien esta es la cuarta corona que se calza como entrenador (las otras fueron con River -en el 94 y 2000- e Independiente en el 2002), es la que más pareció disfrutar, puesto que lo consiguió con el club del que siempre fue hincha. Al fin, lo que no pudo hacer en sus siete años y medio como jugador, lo hizo como DT: entró en la historia grande del club.

Pero el Tolo, que no se quedó a dar la vuelta olímpica con el grupo, se emocionó visiblemente cuando se retiraba al vestuario y tanto los hinchas rojinegros como los del rojo que estaban en la mitad de la cancha más lejana a donde estaba el grueso de los festejos, recibió una estruendosa ovación: "Tolo, Tolo,..." atronó en el estadio. Algo que ya se había repetido en el inicio, a lo que el DT sentenció: "Estoy emocionado y todo cagado".

Antes que eso, el Tolo había montado su personaje. Había desparramado toda su adrenalina. Había pegados saltos que rozan el cielo y suelta cientos de puñetazos en cada acción. Había maldecido, se había agarrado la cabeza en los goles de los rojos, se calentó con el línea, les dijo "están locos" a los jugadores, que estaban dando enormes ventajas en el fondo. En definitiva, había montado su show habitual.

Pero este personaje, que sólo consigue tranquilidad cuando deja fluir toda su adrenalina en cada una de las sesiones semanales con el psicoanalista, algo que se repite luego de cada partido en los que descarga todo su voltaje, logró trasmitir toda su fisonomía y mística ganadora para devolverle a Newell's la gloria perdida. Al fin, nada mejor que viniendo de un hombre de la casa.

El Tolo Gallego entró en la historia. No sólo en la de Newell's, sino que también se convirtió, junto al Piojo Yudica, en el técnico que más campeonatos ganó con equipos diferentes en Argentina: tres. Y justo ahora que consiguió todo eso y que está en su mejor momento, ayer, el día en que dio la anhelada vuelta con su club, curiosamente comenzó a despedirse de Newell's. "Me voy a reunir con López, pero ya tengo decidido que me voy a tomar vacaciones", señaló ayer tras la consagración.

J.M.P.
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