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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Con una fiesta la ciudad estrenó su Museo de Arte Contemporáneo
Lifschitz y Obeid cortaron las cintas de la nueva sala de exposiciones. Hubo recitales hasta la madrugada

"Abrir un museo es todo un desafío", aseguró ayer al mediodía el intendente Miguel Lifschitz minutos antes de cortar las cintas del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro) en los ex silos Davis, de Oroño y el río. Y el reto tuvo una partida doble: no sólo se puso en marcha un nuevo centro cultural y un lugar de referencia para las creaciones de vanguardia, sino que se hizo a sólo 24 horas del comienzo del III Congreso Internacional de la Lengua Española y en medio de los frenéticos preparativos para recibir la visita de los reyes de España, que arribaron anoche al aeropuerto.

Aún así, la apertura del Macro no pasó desapercibida al punto que se multiplicó por tres. Por la mañana el acto fue para las autoridades, encabezadas por el gobernador Jorge Obeid y el intendente. A partir de las 21.30 el uruguayo Leo Masliah y la Orquesta de Cámara Municipal se subieron al escenario de los festejos, y casi sobre la madrugada hubo un recital de música electrónica en el parque.

Mientras todo esto sucedía, el público pudo recorrer los 10 pisos del nuevo museo, que ya albergan dos muestras -una de Lucio Fontana en el primer nivel y otra que recoge parte de la colección de arte contemporáneo con obras emblemáticas de la producción artística de la última década-, disfrutar de la sala de lectura del quinto piso con enormes ventanales al río, del mirador del décimo, o de las intervenciones que sobre los últimos niveles plantaron cuatro artistas locales: Leo Battistelli, Mauro Machado, Luján Castellanos y Marcelo Villegas.

En el cuarto piso hay más sorpresas: allí hay una tienda de souveniers, y detrás de un cartel que indica "depósito" una parte de la colección está como si terminara de desembalarse y esperara su turno para ser colgada.

En total, el Macro suma 970 metros cuadrados de exposición, divididos en una serie de pequeñas salas conectadas por un ascensor y una escalera panorámicas. Y ese contacto entre el adentro y el afuera bien puede ser considerado una obra de arte.

El presidente de la Fundación Castagnino, Carlos María Zampetini, lo definió como un "museo vertical". Una concepción "extraña para los que hemos conocido otras salas de arte contemporáneo, porque adolece de espacios amplios -indicó-, pero que sin dudas va a convertirse en un éxito porque se trata de un museo mirador al que se va a poder subir también sólo para ver el paisaje".

Al museo se accede por un túnel que une el bulevar Oroño con el río, pasando por debajo de la avenida de la Costa. El conjunto se completa con un bar totalmente vidriado que funcionará en la planta baja del Macro, pero se habilitará recién a mediados de diciembre.


La colección
La historia del Macro está íntimamente relacionada con la de su colección que ya suma unas 350 piezas de autores de primer nivel del arte argentino actual. Guillermo Kuitca, Liliana Porter, Marta Minujín y Clorindo Testa, son sólo algunas firmas.

Todo comenzó hace tres años cuando la Fundación Antorchas ofreció la donación de 27 obras seleccionados por el actual director del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), Marcelo Pacheco. "Pero su entrega estaba condicionada a que el Museo Castagnino realice un aporte parecido", recodó Zampetini.

Por la crisis económica que atravesaba el país, el momento para sumar este aporte no parecía el más adecuado, "así que nos pusimos en marcha para solicitar a los artistas donaciones de obras que, al final, resultaron tantas que nos comenzamos a dar cuenta de que no había espacio en el Castagnino para exponerlas".

Entonces fue necesario pensar en un nuevo lugar para el Macro y, con este objetivo, se pusieron en marcha las obras para convertir los ex silos Davis en un privilegiado lugar de exposiciones.

"Son edificios bellos que por la historia de este país fueron quedando vacíos o inútiles, y se volcaron a otras actividades, como en este caso a la actividad cultural", señaló la secretaria de Cultura de la Municipalidad, Marina Naranjo.

Para Lifschitz, el nuevo edificio es una postal que ganó la ciudad. "Hay lugares que se caracterizan por su pujanza económica, por la vitalidad de su vida productiva, otras por su historia, sus bellezas naturales, sus paisajes, otra son productoras de cultura, de literatura, poesía, cine y arquitectura. Pero también hay ciudades que tienen el raro privilegio de poder tener un poco de todos estos atributos y la nuestra es sin duda, una de estas ciudades privilegiadas", resumió.

Además de inaugurar el lugar, el director del Museo Castagnino, Fernando Farina, presentó también el libro que reúne fotografías y textos que dan cuenta de la colección del museo. "Es un momento histórico y un trabajo inédito que no existe en el país y refleja el trabajo de mucha gente", aseguró después de entregar el primer ejemplar al gobernador Obeid.
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Apenas se habilitó el ingreso al museo, la gente comenzó a recorrer su galerías.

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