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 domingo, 20 de junio de 2004

Derecho femenino

La República de Túnez es un país de contrastes, en especial si se refiere a la mujer. En la ciudad capital un turista puede cruzarse con una adolescente vestida igual que en Occidente, así como dar vuelta la cabeza y observar a una mujer con túnica árabe sin velo. El sector femenino tiene derecho al divorcio y tres mujeres integran el gobierno tonecino.

No todas las mujeres se visten de manera occidental. Algunas jóvenes cubren su cabeza con un gran pañuelo que sabiamente acomodan sobre el cuerpo. En esta diversidad aparecen las raíces de una cultura que perdura y convive en armonía.

También cubren su cabeza y su cuerpo las mujeres más grandes, las ancianas y las religiosas, pero ninguna usa velo. Para ver mujeres con velos hay que ir a los pueblos del sur del país, cercanos al Sahara, donde se conservan las viejas costumbres.

Sin embargo hay cosas que estas mujeres comparten: el uso de los teléfonos celulares y el dominio de dos idiomas: árabe y francés, además de una ciudad inundada de locutorios "taxi phone". En los numerosos cafés con mesas a la calle que están a lo largo del ancho bulevar Habib Bourguiva, a toda hora hay hombres conversando y tomando té verde, agua o limonada, porque los musulmanes no toman alcohol.

La historia de las tunecinas reconoce un antes y un después de Habib Bourguiva, quién fue primer ministro desde 1957, cuando se proclamó la república, hasta 1987, un hombre que se educó en Francia y se casó con una francesa cuya influencia fue decisiva en los derechos que el político del partido Desturiano le otorgó a las mujeres.

Los tunecinos cuentan con orgullo que a sólo cinco meses de la independencia, Bourguiva proclamó la igualdad de sexos y la educación gratuita para hombres y mujeres, además de un sistema de becas para los menos pudientes, y poco después decretó la monogamia y el derecho de las mujeres a pedir el divorcio. Habib Burguiva murió en 2001 y se dice que tenía más de 100 años. Su sucesor continúa con esas políticas.

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