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 sábado, 19 de junio de 2004

Copa Libertadores
Boca: Hacia el título con avales
El equipo de Bianchi no será vistoso pero tiene un oficio y una personalidad que postergan cualquier parámetro

A esta altura el Boca de Carlos Bianchi, máximo responsable de este increíble equipo de la ribera, puede sentirse campeón, sin que eso signifique subestimar al Once Caldas o conformarse con lo hecho y entregar la Copa Libertadores, pero esa es la sensación que quedó en el ambiente luego de la victoria por penales ante River.

Frente a Boca quedó un rival abatido en todos los sentidos, porque estuvo a punto de hacer historia, pero River se detuvo en las puertas del cielo y quedó sumergido en el infierno tan temido por su gente.

¿Es realmente imbatible Boca en instancias finales? Sí. La respuesta es contundente y la avalan los resultados. Para colmo, nunca con Bianchi como entrenador perdió una definición por penales.

¿Qué más pueden pedir los hinchas de Boca? Sus jugadores ya le dieron más de lo que alguna vez imaginaron. Si este presente ni siquiera se lo permitían en los sueños.

¿Tan así es? No, porque sí los hinchas de Boca tienen algo que pedir: que Bianchi no se vaya nunca, porque sin él este presente no existiría. Si hasta Mauricio Macri, quien sería más feliz con otro técnico, le debe gran parte de los votos que consiguió en su derrota electoral por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Al espectador imparcial, y con buen gusto por el fútbol, seguramente no le agradará el juego de Boca, que es mezquino, que no arriesga y que sólo entretiene cuando se inspira Carlos Tevez.

Pero eso a la mayoría de los hinchas de Boca qué les importa, si todos los años viajan a Japón, si cada vez que enfrentan a River arman un festival y se están mareando de dar tantas vueltas olímpicas.

Por eso, qué le van a hablar de fútbol vistoso y de lirismo a la gente de Boca. Eso queda para los idealistas, para los soñadores, no para los que viven buscando ganar como sea en este fútbol globalizado.

Boca pasó al Sao Caetano sufriendo, por penales, mereciendo perder en la cancha Racing, donde fue local, quedándole enorme el cilindro de Avellaneda. Y lo mismo sucedió con River. ¿Lo mismo sucederá con el Once Caldas?

Este equipo colombiano será un rival serio pero sin experiencia copera y tiene características similares a las de Boca: se siente cómodo esperando, se defiende en forma ordenada y bien, razón por la cual, en la previa se puede adelantar una final friccionada, aburrida, aunque esto es fútbol y todo lo que se diga antes puede darse vuelta en un minuto.

Si no que se lo pregunten a Astrada. River arrancó ayer el segundo tiempo a toda orquesta, con un hombre más y de golpe se quedó sin nada y de milagro llegó a los penales.

Porque teniendo todo a favor, en un abrir y cerrar de ojos se encontró en la misma jugada con dos hombres menos, por la expulsión de Rubens Sambueza y la lesión de Ricardo Rojas, y encima Bianchi mandó a Franco Cángele a la cancha para empatar el partido. Y lo consiguió, aunque esa alegría fue efímera hasta que llegaron los penales.

Bianchi otra vez deberá rearmar su equipo, porque por lo menos en la primera final no podrá contar con Tevez, Vargas y Cascini, aunque tiene la tranquilidad de que chicos como Pablo Ledesma, la figura indiscutida de Boca el jueves (sacando la labor de Abbondanzieri en los penales) y Pablo Alvarez demostraron que pueden jugar sin problemas.

¿Se podrá levantar River de este golpe? Esta pregunta no tiene respuesta, porque la probable obtención del torneo Clausura no curará la herida de haber quedado fuera de la Copa Libertadores a manos del Boca de Bianchi.

Para colmo, no es una locura pensar que los dirigidos por Leonardo Astrada pueden llegar a perder los partidos que le quedan y terminar siendo campeón Boca, encima con los pibes que su entrenador incluirá en los dos cotejos que faltan para el fin del certamen.

También puede llegar a darse que River no pueda ganarle a Talleres y a Atlético Rafaela, ambos necesitados de puntos porque luchan por no descender, debiendo desempatar la suerte del Clausura en un partido final con Boca.

Todo River quiere desquite ya, pero si bien es difícil que vuelva a enfrentar en lo inmediato a Boca en una etapa tan decisiva, para ganar tendría que resucitar (futbolísticamente hablando), con el riesgo de volver a vivir la misma historia.

Muchos criticarán ahora los cambios de Astrada y probablemente tengan razón en afirmar que Marcelo Salas no estaba para jugar, que se apresuró. El técnico de River apostó por más pero los encargados de desequilibrar fallaron y eso se pagó muy caro.

Boca vive un momento glorioso y toda su gente sueña con revalidar la Copa Intercontinental, mientras que a River no hay nada por estas horas que lo consuele. Todo por el fútbol. Todo por la pasión. (Télam)

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