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 domingo, 25 de abril de 2004

El primer calentador
¿Te acordás hermano?... de Ricardo Roberto Coronel
El ex fulbá izquierdo de Newell’s en los 50 fue el primer jugador que hizo baños de inmersión y calentamiento antes de jugar, al volver de un desgarro

Miguel Pisano / La Capital

Inventó el calentamiento previo. El ex fulbá izquierdo de Newell's en los 50, Ricardo Roberto Coronel, comenzó a correr y a calentar antes de jugar, luego de un desgarro, en una práctica inédita para la época. "Yo fui el primer jugador que hizo baños de inmersión y precalentamiento, en una época en la que no existían. En el 55 tuve un desgarro y me perdí una gira por Europa. Teníamos de entrenador a José Ramos, un gran número seis del River de La Máquina, y me mandó a Barbieri, un gran médico de Independiente, en Buenos Aires. Y me curó con baños de inmersión con agua caliente y cuando me dio de alta me prohibió patear sin calentar. Entonces salía a la cancha y corría solo, en el barrio me decía que me cansaba sin jugar, algo que era una novedad para la época.

Kiko Coronel nació el 9 de junio del 31 en Centeno, donde jugaba en una canchita del cura Silvio Beiletti, al lado de la iglesia. Su padre se llamaba Mateo y era foguista, un oficio bien de época, cuando en el campo no había corta y trilla, y los motores eran a vapor. Y cuando Kiko tenía 13 años el viejo consiguió trabajo en Acindar y su familia se vino a vivir a Rosario.

-¿Por qué Kiko?

-No sé. En mi pueblo todos me conocían por Kiko y ahora en mi barrio también. Ricardo no me dice casi nadie.

-¿Tu viejo jugó en Sparta?

-Mi viejo era mejor que yo. Fue un gran centrojás que jugó en Sparta en el 29. Central lo probó en un partido que le tocó jugar contra una gran delantera de Estudiantes muy famosa, donde jugaban Potro, Guaita y Cagnotti. En Central le ofrecieron trabajo en el ferrocarril, pero mi viejo estaba de novio y un día agarró la valija y se mandó a mudar. Se volvió al pueblo a jugar en un club que se llamaba Maigan, donde jugaron dos grandes jugadores, el Inglés Ercilio, y otro que jugó en Independiente, gambeteó a todo el equipo, llegó al arco, se sentó en la pelota y se volvió. Y José Pinoto Viale, un wing izquierdo de Newell's del 20, que era un gambeteador empedernido. Una vez vinieron a jugar los ingleses y quisieron llevárselo, pero él no quiso. Y me acuerdo que cuando yo jugaba, en el vestuario de Newell's había una placa que decía "Al gran Pinoto Viale".

-¿Dónde empezaste a jugar?

-En los huecos de Francia y Biedma y en el club La Palmera, que tenía la cancha en Biedma e Iriondo. Al club La Palmera lo fundaron un grupo de empleados de Acindar que se pusieron a jugar a las bochas en la calle y después compraron un terreno en la cortada Alvarez y Biedma, donde hicieron la sede, dos canchas de bochas y el salón para jugar a los naipes. Y la cancha la teníamos a una cuadra y se llamaba Primavera.

-¿Cómo llegaste a Newell's?

-Me llevó mi viejo porque estaba cerca y en el barrio había un hombre que era delegado de Tiro Federal, que me quería llevar sin practicar. Y mi padre no me dejó ir y la suerte me acompañó. Practiqué bien a los 17 años, me citaron a otra práctica, empecé a jugar en la cuarta junto con el fulbá centro Ernesto Danelutti, con el que jugamos juntos en primera. Y debuté en primera en el 49, pero como había muchos jugadores le pedí al Alemán Celli que me diera a préstamo y me fui a jugar a mi pueblo, en Independiente de Centeno, donde jugué un año y volví a la cuarta especial en el 51, cuando salimos campeones, y volví a debutar en primera en el 52.

-¿Cómo formaba Newell's?

-Mussimesi; Danelutti y Coronel; Echeverría, Faina y Puisegur; Contini, Mardizza, Juan Manuel López, Alvarez y Ortigüela.

-¿Tu mejor partido en Newell's?

-En ese tiempo estaba el diario Rosario, donde los domingos salía la figurita del jugador, y yo me rompía todo para salir ahí. Hasta que un día jugamos contra Huracán y me tocó marcar a un amigo, Antonio Giosa, un gran wing derecho que jugó en Newell's en la primera tercera campeona y también en Estudiantes. Ese día anduve bien, hasta me cambié de puesto, y salí en la figurita.

-¿Y tu peor recuerdo?

-Un partido que recuerdo con amargura fue con Lanús en Buenos Aires, que reaparecía de un desgarro y me volví a desgarrar.

-¿Después jugaste en Tigre?

-Me fui con el pase a Tigre pero hacía una vida de gitano porque tenía otro trabajo en Rosario y viajaba todas las semanas. En Tigre jugué un solo partido. La primera iba siempre última, pero yo jugaba en reserva, que iba primera, hasta que los dirigentes empezaron a sacarle jugadores para no pagar los premios.

-¿Siempre tuviste el otro trabajo?

-Sí, yo trabajaba en una oficina de representaciones en la que me crié. Entré de cadete a los 15 años, con pantalones cortos, en la oficina de un español llamado García Ferrando, que representaba los vinos Florio, en una época en la que las empresas no tenían sucursales. El me daba la facilidad de manejar los horarios y trabajaba en el turno contrario al de la práctica, en un tiempo en el que no había doble turno.

-Era otro fútbol.

-Era otro fútbol.

-¿Mejor, peor o distinto?

-Distinto.

-¿Y con cuál te quedás?

-Yo me quedo con aquel.

-¿Por qué?

-Había grandes jugadores. Yo tengo la teoría de que al jugador de antes, aunque haya sido más lento, le podés dar velocidad con entrenamiento. En cambio a los de ahora, la mayoría de los cuales no son muy dúctiles, no les podés dar habilidad.

-Hay menos huecos.

-Exacto. Nosotros salíamos de la escuela, agarrábamos un cacho de pan y nos íbamos al campito. Y no había otra cosa.

-¿El otro trabajo le ganó al fútbol?

-Yo no podía seguir con esa vida y un día el Gallego me preguntó cuánto ganaba con el fútbol, me ofreció una participación en las ganancias y me puso de encargado, entonces dejé Tigre y me fui a jugar diez años al campo. En el 58 a Belgrano de Las Rosas, en el 59 a Argentino de Marcos Juárez, en el 60 a mi pueblo, en el 61 a Mitre de San Pedro donde salimos campeones, en el 62 a Chañarense de Chañar Ladeado en la primera rueda y en Corralense de Corral de Bustos en la segunda, cuando salimos campeones, en el 63 volví a mi pueblo y en el 64 me fui a Correa, donde jugué dos años y dirigí otro dos, y tenemos un gran grupo de amigos.

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Qué tiempos aquellos. A los 72 años Coronel posa junto a un imperdible cuadro de Belgrano en la Mutual de Jugadores.

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