El dragado en las islas provocó pequeñas lagunas donde el pez se reproduce

El puente generó criaderos de sábalos

Los pescadores se ven atraídos por la cantidad de ejemplares. Entre Ríos busca prevenir la depredación

Diego Veiga / La Capital

"Tirar la red acá enfrente ya no te da ganancia, ahora hay que ir al lado del puente, ahí hay bastantes sábalos", dice un pescador rosarino que dejó de hacer una práctica habitual: ya no se sube a su canoa y cruza a las costas entrerrianas, ahora cada domingo a la noche se toma un remís y se baja en el medio del puente Rosario-Victoria. Allí, un canal artificial que se formó cuando se construyó el terraplén sobre el que está la ruta originó pequeñas lagunas donde el sábalo se cría en abundancia. Pescadores rosarinos y victorienses confluyen en el lugar que es recorrido por barcos frigoríficos y donde el pique "está garantizado". La depredación pone al sábalo en peligro y las autoridades entrerrianas decidieron endurecer las normas de pesca.

El cambio de modalidad no es nuevo. "Conozco a varios que van a pescar a Victoria. De este lado no sale nada y ahí en el puente la cosa cambia", remarca Roque Acosta, de la Cooperativa de Pescadores del parque Alem.

Es que los pescadores rosarinos son conscientes de que los peces ya no abundan en el Paraná. Se quejan de que sus colegas victorienses "pescan con redes más chicas" y en muchos casos sacan ejemplares que "ni siquiera desovaron una vez". Por eso, cerca de 20 rosarinos comenzaron a pescar en el nuevo lugar.

Cada domingo, los hombres bajan en el sector donde la conexión pasa por la zona de islas. Allí tienen sus canoas, con las que cruzan a distintos sectores donde están los campamentos. Viven en las carpas toda la semana y regresan a Rosario los viernes. Mientras ellos pescan, más de una decena de barcos frigoríficos compra los pescados y carga sus cámaras. "Nos pagan entre 50 y 60 centavos el kilo de sábalo. La venta la hacés desde la canoa. El barco se queda en la zona y una vez que ya no puede poner más carga, se va", contó un pescador.

El lugar donde confluyen las canoas está muy cerca de los arroyos Barrancoso, San Lorenzo y Las Banderas, donde hay campamentos.

Los "criaderos" se formaron hace un año. "Cuando se construyó el terraplén sobre la isla se formó un canal artificial", explicó uno de los hombres. Desde ahí se desprenden "ollas", unas lagunas que se formaron por el dragado.

Los pescadores aseguraron que "como el río está bajo, no se forman lagunas; por lo que el sábalo nada y se queda en esas ollas, en donde se están criando muy bien".

En un intento por frenar la depredación, las autoridades entrerrianas decidieron endurecer las normas. Según explicó el subsecretario de Producción de esa provincia, Ricardo Amavet, "se fijaron mallas chicas para la pesca del sábalo y subieron las medidas mínimas de peces permitidos".

La medida de las mallas que se exigen ahora son de 14 centímetros, medio centímetro más que hasta hace una semana, y los sábalos que se pesquen no pueden medir menos de 40 centímetros, antes era de 37. "Así permitimos que el pez pueda llegar a desovar", aseguró Amavet.

La decisión de reformar las normas es resistida por los pescadores entrerrianos y en parte celebrada por los rosarinos. "En Entre Ríos siempre pescaron con redes más chicas y estaban sacando sábalos de hasta 800 gramos, una locura", protestó Acosta desde la cooperativa del parque Alem.

A su entender, una solución para frenar la depredación del río sería declarar "zona de reserva protegida" el área en la que hoy confluyen cientos de pescadores a metros de la conexión vial Rosario-Victoria.