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 sábado, 08 de noviembre de 2003

Un fiscal apeló el fallo y pidió una pena superior
Lo condenan a 13 años de prisión por tres robos cometidos cuando era menor
El acusado, de 19 años, estuvo preso e internado en una granja. Para un juez de menores es "proclive al delito"

María Laura Cicerchia / La Capital

La primera vez que Marcelo Pereyra pisó un juzgado de Menores tenía 15 años. Lo acusaban de haber cometido un hurto. Desde entonces afrontó no menos de cinco procesos al año por todo tipo de robos. Una internación en una granja a puertas abiertas, la detención en una cárcel de menores y el control tutelar del juzgado no lograron que el joven dejara de caer una y otra vez en el delito. Ahora tiene 19 años y lo condenaron a 13 años de cárcel por tres de esos robos cometidos cuando era menor, uno de los cuales originó un tiroteo con la policía en el que murieron un asaltante y una anciana inocente.

La condena fue impuesta por el juez de Menores Nº 3, Jorge Cartelle, a causa de tres hechos de robo calificado que el menor cometió en el año 2000 (entonces tenía 16 años); un intento de robo del año siguiente y un violento asalto a un supermercado en el que murieron dos personas en octubre de 2001 en la zona sur (ver aparte). El fallo fue apelado tanto por el fiscal como por la defensa. El fiscal Esteban Franicevich reclama que Pereyra reciba una pena mucho más alta: 20 años de prisión. La defensa pide que se aplace la sentencia para que el muchacho tenga una última oportunidad de recuperarse. Pero sus posibilidades de rehabilitación motivaron puntos de vista encontrados entre los profesionales que trataron con él en el juzgado.

Por un lado, la Secretaría Social del juzgado consideró su "reinserción" como algo improbable. Los responsables de ese departamento sostuvieron que durante el seguimiento el chico "no pudo revertir su comportamiento" y resaltaron que en su ámbito familiar nunca encontró límites precisos.

La contracara de ese dictamen quedó plasmada en las conclusiones de la asesora de menores, quien señaló que el muchacho está "transitando a una evolución positiva con pronóstico social favorable" desde que, tres meses atrás, comenzó un tratamiento psicológico en una institución de la provincia. También destacó que la actual detención del muchacho "no resocializa ni educa" y que el joven aún no alcanzó la mayoría de edad (21 años). En definitiva, pidió que la condena sea suspendida para darle al joven una nueva chance.

Pero el juez Cartelle entendió que "conociendo su conducta y personalidad errática, no deben interpretarse dichas entrevistas como un elemento tendiente por sí a su resocialización". Por eso decidió aplicarle una condena. La posibilidad de sancionar penalmente a un menor está prevista ante delitos graves en los que no demuestra una recuperación, una vez que haya sido declarado responsable desde el punto de vista penal, cumplidos los 18 años y estado bajo tratamiento tutelar por un término no menor a un año.

En su fallo, Cartelle reconsideró las cerca de veinte veces en que el joven cayó detenido, sus dos internaciones en una granja de recuperación (escapó a horas de llegar), su detención durante meses en el Instituto de Recuperación del Adolescente de Rosario y la ocasión en que participó de una evasión de la comisaría 18ª. Asimismo, tuvo en cuenta las ocasiones en que gozó de salidas transitorias o visitas familiares y volvió a reincidir. "Siempre continuó su camino impregnado de violencia", dijo el juez, quien describió su estructura de personalidad como "proclive al delito".

Aunque el régimen de menores alienta la no punición, Cartelle resaltó que la aplicación de una pena es aconsejable cuando los perjuicios son graves. Y fundó su decisión en la necesidad de "mantener un equilibrio entre el interés del menor y el social, entre la libertad individual y el interés de la comunidad que requiere protección y defensa de sus valores". El caso será resuelto por la Sala I de la Cámara Penal.

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Pereyra participó de un tiroteo.

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