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 sábado, 08 de noviembre de 2003

Por la ciudad
Desde afuera de la ciudadela santafesina

Adrián Gerber / La Capital

"La sociedad de la tradición, los patricios, se abroquelaron en la ciudad de Santa Fe, y los gringos, los colonos, la sociedad de los inmigrantes (todos, desde Reconquista hasta Villa Constitución), protestamos por la exclusión y gritamos desde afuera de la ciudadela. Por eso, la «punta del iceberg» de ese conflicto profundo es la disputa Santa Fe-Rosario. Pero es sólo la punta. ¿Conflicto norte-sur? No hay tal conflicto. Santa Fe ni siquiera está al norte. Lo que hay es una integración no resuelta entre gringos y patricios, y eso nos perjudica a todos. Esa es la tragedia santafesina... La provincia gringa es en gran parte Rosario, y sin los gringos Santa Fe no sería más que Catamarca". Las punzantes palabras que el designado secretario de la Producción de la Municipalidad de Rosario, el economista Eduardo Remolins, escribió en las páginas de La Capital el 10 de abril de 2000 dan cuenta de uno de los problemas históricos que carga sin resolver esta provincia.

Así, la relación entre Rosario y el Estado provincial será un tema central de los próximos años y tanto el gobernador electo, Jorge Obeid, como el futuro intendente, Miguel Lifschitz, han dado señales en este sentido.

Obeid prometió hace pocos días que su gobierno le dará autonomía a los municipios y Lifschitz reclamó el miércoles pasado "cambios estructurales en la arquitectura de la provincia de Santa Fe, en la legislación, en la distribución de recursos y en las competencias, para que Rosario pueda acceder a la satisfacción de los derechos y las demandas legítimas e históricas que hace años que no se saldan".

Es que los desequilibrios geográficos y la falta de articulación entre el nivel provincial y el municipal son más que notorios. Y aquí van sólo dos ejemplos:

1) El presupuesto provincial destina casi cinco veces más dinero a cada habitante de la ciudad de Santa Fe (2.377 pesos al año) que lo que deriva a quienes viven en Rosario (496 pesos). Y, para colmo, el Gran Rosario aporta casi las dos terceras partes de los recursos provinciales.

2) Rosario es la única ciudad de la provincia que tiene y solventa su propio servicio de salud, con el agregado de que una parte importante de los pacientes atendidos son de otras localidades. Pero la provincia también tiene en funcionamiento su propio sistema en la ciudad, con lo cual se dan superposiciones y competencias políticas, y hasta se implementan programas incompatibles. Es insostenible que haya, por ejemplo, dos centros de salud en un mismo barrio (uno provincial y otro municipal), y en otro no funcione ninguno. ¿No es hora de integrar estos dos sistemas de salud para racionalizar y optimizar los recursos, es decir para dar un mejor servicio de salud a la población?

La Constitución nacional reformada en 1994 impone a las provincias el reconocimiento de la autonomía municipal y la posibilidad de establecer sus propias reglas en el orden institucional, político, administrativo, económico y financiero.

Las provincias más importantes concedieron esa autonomía a sus principales municipios, pero en Santa Fe ni Obeid en su primera gestión ni Carlos Reutemann en la actual se han puesto a tono con el resto del país. Y esto no sólo afecta a Rosario, sino también a ciudades importantes como Venado Tuerto, Rafaela, Villa Constitución, San Lorenzo y Reconquista, entre otras.

¿Cómo puede ser que para poner un servicio de colectivo de Rosario a Villa Gobernador Gálvez haya que pedir permiso a Santa Fe? ¿Cómo puede ser que Rosario dependa de un burócrata santafesino para acordar con Aguas Provinciales un intensivo plan de obras de cloacas (la mitad de la ciudad no tiene este servicio)? ¿Cómo puede ser que la ciudad de Santa Fe tenga casi igual cantidad de efectivos policiales que Rosario con la mitad de población?

El fuerte centralismo provincial también afecta al bolsillo. El municipio de Córdoba, con autonomía, tiene un presupuesto anual que supera los 500 millones de pesos, mientras que el de Rosario ronda los 300. La diferencia es abismal. Es que con la autonomía se podría descentralizar el cobro de impuestos invirtiendo el proceso de coparticipación desde el municipio a la provincia, y hasta la ciudad estaría habilitada para tener sus propios gravámenes.

La burocracia santafesina cuando resuelve siempre, pero siempre, lo hace a favor del lugar donde reside. Por eso se resiste a descentralizar el poder de decisión y los recursos, porque históricamente se ha beneficiado del actual esquema.

Obeid reitera cuando se cruza con algún micrófono que ahora sí otorgará plena autonomía a los municipios, ¿pero lo dejarán? También anunció hace una semana la derogación de la ley de lemas, y el justicialismo, su propio partido, ya le mostró los dientes.

El resultado de estas pulseadas estará atado al protagonismo que asuma la sociedad civil, las asociaciones intermedias, la gente, porque si queda exclusivamente en manos de los políticos, el final está más que cantado.

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