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 miércoles, 05 de noviembre de 2003

Dos antecedentes entre la tragedia y el grotesco
Entre abril y julio de 2000 se denunciaron otros casos de robo de colectivos. Uno terminó con un homicidio

No es la primera vez que en esta ciudad algún travieso pretende saciar su vocación de colectivero robando una unidad estacionada. Los antecedentes registrados oscilan entre la tragedia y lo grotesco, según lo relatan las crónicas policiales.

El 15 de julio de 2000, poco antes de las 8 de la mañana, dos adolescentes de 17 años estuvieron a punto de causar una tragedia cuando se apoderaron del interno 50 de la línea 130 cuando estaba detenido en Dorrego y 9 de Julio con un neumático delantero pinchado. El chofer había descendido del micro para llamar a la empresa desde el teléfono de un bar y trasbordar a los pasajeros a otro coche cuando vio que alguien se llevaba el vehículo.

La inexperiencia de los conductores sólo les permitió recorrer unos 100 metros ya que perdieron el control del volante, subieron a la vereda, arrancaron un árbol y rompieron los toldos de dos comercios ubicados frente al Sanatorio Plaza. Después salieron corriendo pero fueron atrapados por el Comando Radioeléctrico en Ovidio Lagos al 2300.

En tanto, el 31 de octubre de 2000, un muchacho de 21 años robó el interno 11 de la línea 144 que estaba detenido en el galpón que la empresa tenía en Beruti al 3300.

Entonces emprendió una recorrida por distintos puntos de la ciudad que lo llevaron hacia la zona sur. Allí, cuando circulaba por Batlle y Ordóñez y Moreno, arrolló y mató a Fabián Roberto González, un chico de 17 años que limpiaba parabrisas en los semáforos del centro y retornaba a su casa. El micro fue hallado más tarde en Garibaldi al 2600 y, sentado al volante estaba Walter Daniel Alacano, un pibe que tenía numerosos antecedentes penales.


De paseo al cementerio
Asimismo, en abril de 2000 un grupo de vecinos y familiares de un hombre muerto detuvieron el paso de un colectivo de la línea 148 en su trayecto por el paso Las Flores. Allí, en la punta de línea de la empresa, los deudos secuestraron al chofer y lo obligaron a que los llevara hasta el cementerio de Villa Gobernador Gálvez. Lo más insólito fue que no sólo subieron al colectivo los acompañantes del cortejo sino que también cargaron el ataúd en el pasillo de la unidad.

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Robaron un 136 mientras el chofer hacia tiempo para empezar el recorrido


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