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 sábado, 30 de agosto de 2003

La muerte del líder shiíta moderado es otro duro golpe para Washington en Irak
El ataque completa la trilogía de atentados a la sede de la ONU en Bagdad y a la embajada de Jordania

Washington. - El atentado que mató al ayatolá Mohammed Baqer al Hakim constituye un serio revés para Washington, al desaparecer un moderado de la comunidad shiíta y quedar nuevamente en evidencia la incapacidad de Estados Unidos para garantizar la seguridad en Irak. Este atentado devastador contra una personalidad notoria, se produce apenas diez días después del perpetrado contra la sede de la ONU en Bagdad, en el que murieron el representante especial de Naciones Unidas en Irak, Sergio Vieira de Mello y otras 22 personas.

La Casa Blanca condenó el nuevo ataque y comentó que Estados Unidos "sigue empeñado" en combatir el terrorismo y reconstruir ese país. "Deploramos este acto de terrorismo y enviamos nuestras condolencias a las familias de aquellos que perdieron a sus seres queridos", expresó Claire Buchan, portavoz del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

Los hechos de Najaf muestra una vez más las dificultades de la coalición liderada por Estados Unidos para cumplir sus promesas de normalizar el país, en momentos en que se multiplican los ataques, atentados y sabotajes. "Vemos un deterioro, una degradación que no parece tener cura. El poderío militar estadounidense parece estar superado por los acontecimientos en un país a la deriva", constata Simon Serfaty, del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.

El Pentágono por su parte precisó que la ausencia de las fuerzas británico-estadounidense en Najaf, uno de los principales lugares sagrados del shiísmo, cuando se produjo el atentado, se debió a la decisión de respetar los lugares santos de Irak. El atentado se produce cuando Washington, confrontado a ataques cotidianos contra sus tropas en Irak, debate sobre la necesidad de reforzar su contingente de 140.000 efectivos en ese país y sobre las eventuales concesiones a hacer para alentar a más países a apoyarlo.

Según Mary-Jane Deeb, especialista en Medio Oriente de la American University, Washington perdió a un hombre que constituía -por lo menos a corto plazo- un precioso elemento estabilizador en la comunidad shiíta, mayoritaria en el país y un nexo con el vecino Irán, donde había pasado 23 años en el exilio. El ayatolá Hakim "quería evitar un enfrentamiento entre shiítas y estadounidenses, entre iraníes y estadounidenses, entre shiítas y sunnitas", afirmó.

Este líder "era un moderado en la medida en que quería mantener la calma y tomarse su tiempo, aunque el objetivo final continuara siendo la instauración de una república islámica", agregó la experta. El movimiento de Hakim, la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak (ASRII), estaba representado por uno de sus hermanos en el Consejo del Gobierno transitorio iraquí, puesto en funciones por Estados Unidos.

A pesar de los lazos de ASRII con Teherán, EEUU había incluido al movimiento entre sus interlocutores dentro de la oposición iraquí, incluso antes del derrocamiento de Saddam Hussein, con el objetivo de reconocer su representatividad y enviar una señal positiva a su padrino iraní.

Aunque no fue reivindicado, este atentado fue precedido por la difusión el martes por la cadena satelital árabe Al Arabiya, de Dubai, de una grabación en la que hombres enmascarados y armados llamaban matar a miembros del Consejo de Gobierno provisorio iraquí y a todos los que cooperen con la coalición.

Washington criticó duramente el miércoles la decisión "irresponsable y extremista" de Al Arabiya de difundir ese video, calificado de "incitación a la muerte". (AFP)

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El ayatolá era un elemento necesario para EEUU.

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