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 sábado, 16 de agosto de 2003

El uruguayo se exhibe como un líder fiable para suceder a Batlle en 2005
Tabaré, o la izquierda que no da miedo
Quiere reformar "un Estado gordo" y destaca la "seriedad" de su coalición durante la crisis del año pasado

Pablo Diaz De Brito / La Capital

Tabaré Vázquez, líder y candidato de la coalición de izquierda de Uruguay, ya habla como el futuro presidente oriental. Sabe que en las elecciones que se harán a fines de 2004 difícilmente se le escapará la presa, como le pasó en la segunda vuelta de noviembre de 1999. Vázquez exhibe prudencia y equilibrio en cada tema que repasa. Es imposible detectar en su discurso algún exceso "setentista": "Hubiera sido muy fácil para nosotros incendiar las praderas en Uruguay", el año pasado, cuando lo peor de la crisis arreciaba, pero "hubiera sido irresponsable y la izquierda actuó responsablemente", ayudando al gobierno a superar el mal momento.

"Tabaré", como lo llaman casi todos, estuvo en Rosario por unas horas el pasado jueves, para brindarle su cotizado respaldo político a Hermes Binner. El Salón Carrasco, donde se lo declaró visitante ilustre y se cumplió con la conferencia de prensa de rigor, rebosaba con la crema del socialismo rosarino, que aplaudió entusiasta al político uruguayo. Aunque cuando habló del "Estado gordo" y relató el ajuste de personal que hizo en Montevideo el mutismo de la audiencia fue notorio.

El líder y candidato de la coalición Encuentro Progresista (EP) muestra la misma moderación en la gestión del Estado. "En Uruguay tenemos un Estado gordo por el clientelismo; cuando llegamos a la intendencia de Montevideo en 1990, había 12.500 empleados, una enormidad, ni siquiera había sillas para todos. Sin despidos ni conflicto, bajamos a 9.500". También destaca que pese a la fuerte base sindical de su coalición, "un gobierno representa el interés general y no debe defender los intereses corporativos".

De ganar, como todos descuentan, Vázquez sucederá al actual presidente Jorge Batlle a inicios de 2005, el mismo año en que debe entrar en vigencia el Alca: su receta ante este acuerdo muy querido por Washington pero poco por Sudamérica, es profundizar el Mercosur, "que ahora es una mero acuerdo comercial arancelario", aplicar la fórmula cuatro más uno e incluso llevarla más allá, sumando a otros países de la región. Pero remarca que "no debemos echarle la culpa de nuestros males a los imperios de turno, también tenemos la culpa nosotros por no desarrollar un proyecto político que defienda nuestros intereses".

Vázquez comenta que lo peor de la crisis que sufre su país desde el año pasado ya pasó y que incluso hay alguna recuperación. "Hubiera sido muy fácil para nosotros oponernos a todo, ponernos en la vereda de enfrente y llegar a las próximas elecciones en esas condiciones. Pero era inaceptable desde un punto de vista ético, por eso apoyamos al gobierno en una serie de leyes fundamentales para superar la situación. Se evitó así que la crisis económica y financiera se transformara en una enorme crisis de confrontación social. Un año después, podemos decir que Uruguay no tuvo muertos por esta causa y que la izquierda contribuyó para superar la situación. Hubiera sido fácil para nosotros incendiar las praderas, pero hubiese sido una grave irresponsabilidad. Lo que nos importa, más allá de las elecciones, es que los uruguayos puedan vivir mejor. Al gobierno le acercamos muchas propuestas serias para mejorar la calidad de vida; a veces nos escucha, la mayoría de las veces no".

En materia de derechos humanos, recordó que en 1985, apenas recuperada la democracia, se votó una "ley de impunidad" que fue refrendada por un plebiscito. "Formé parte de la comisión para lograr las firmas que habilitaron el plebiscito para buscar la derogación. Pero el pueblo uruguayo, lamentablemente, decidió ratificar la ley. Ahora auspiciamos que se cree la figura de la desaparición como delito permanente, que hoy no tiene Uruguay. Por otra parte Uruguay ha adherido al Tribunal Penal Internacional, pero falta la reglamentación de la ley, algo que puede abrir algún camino para avanzar más. Además, el artículo 4º de la ley del 85 indica la obligación de investigar, cosa que nunca se hizo hasta la llegada del presidente Battle, hay que reconocerlo, que creó la comisión para la paz".

El dirigente uruguayo también se explayó a gusto sobre la crisis del sistema bancario y la corrupción que dejó a la vista, en especial el escándalo del Banco General de Negocios. "Tenemos un 47% de chicos bajo la linea de pobreza, que comen de la basura. Ante esta realidad y la falta de trabajo o subempleo que afecta a más de la mitad de la población, hubo delincuentes de guante blanco y cuello duro, los Rhom y los Peyrano, que se llevaron 600 millones de dólares de un saque, con la complicidad de los gobiernos que no controlaron como debían al sistema financiero. Y no es la primera vez: hace pocos meses falleció el padre de los hermanos Peyrano, quien en los años 80 cometió las mismas maniobras. No podemos volver a tropezar otra vez con la misma piedra. ¿O habrá que esperar a que los nietos hagan lo mismo?". Por esto propone una reforma del sistema financiero, junto con una del sistema impositivo.

Pero Vázquez y el EP piensan también en una reforma del Estado. "En lugar del Estado gordo que tenemos necesitamos un Estado fuerte y funcional. Fue engordado por el clientelismo político. En la intendencia de Montevideo, cuando llegamos en 1990, había 12.500 funcionarios (empleados), una enormidad. No había sillas para todos, muchos firmaban la entrada y se iban o directamente no iban y pasaban a cobrar. Sin echar a nadie, redujimos la cantidad a 9.000 empleados, por medio de jubilaciones anticipadas, trabajando con el sindicato. Incentivamos la jubilación y no ocupamos los cargos que quedaban libres. Creo que actuando así, con el diálogo y razonablemente, se podrá lograr lo mismo en las empresas del Estado.

-¿Cómo harán para atraer inversiones y mejorar la gestión sin privatizar?

Con asociaciones de las estatales con privados o estatales de países más grandes. Una cosa es asociarse y otra vender nuestros activos,que nos costó tanto lograr. Pero estas asociaciones deben tener un marco regulatorio claro y preciso que deberá aprobar el Parlamento. Porque ya pasó con la asociación de la Ancap (la petrolera estatal uruguaya) en Argentina, donde perdimos 200 millones de dólares. Hay que tener la posibilidad no sólo de recurrir al tribunal de cuentas, sino que también el Parlamento controle, no después, sino antes y durante la gestión. La ley vigente, que intentamos derogar, sobre la relación de Ancap con privados, no contempló ni el marco regulatorio ni el mecanismo de contralor.

-¿Pero qué hará si surge un conflicto gremial como el que tiene Lula con los estatales, cuando plantee la reforma del Estado?

Nos hemos planteado las relaciones entre la fuerza política, un gobierno de esa fuerza política y la sociedad civil, que incluye a los sindicatos. Reivindicamos la independencia del gobierno surgido de la fuerza política, tanto de ésta como de la sociedad civil. Un gobierno debe cumplir con su programa, que la fuerza politica propuso a la ciudadanía y esta eligió, pero lo debe llevar adelante el gobierno, no la fuerza política. Por su lado, los sindicatos deben defender los intereses de los trabajadores que representan. Pero los intereses del gobierno no son sólo los de los trabajadores, sino los de la población general. No podemos defender intereses corporativos, sino intereses generales, que a veces pueden coincidir con los planteos sindicales, pero otras veces no. Sin embargo, debemos buscar un acuerdo social (no sólo con los sindicatos, también con los empresarios) para salir de una situación que es muy difícil.

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Vázquez vino a Rosario a apoyar a Binner.

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