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sábado,
01 de
diciembre de
2007 |
Un preso huyó durante una visita a su familia
Leo Graciarena / La Capital
La presencia de Héctor Manuel Rivero en su casa familiar de la villa Itatí conmocionó al humilde vecindario. Nadie sabe si fue algo preparado o espontáneo. Lo cierto es que de un momento para el otro los habitantes del populoso barrio se levantaron contra los dos guardiacárceles que acompañaban al muchacho, traído desde la cárcel de Coronda para una visita a su madre, y entre golpes, disparos y corridas armaron la escena para que el recluso pudiera escapar por los pasillos del asentamiento. Agentes de la seccional 15ª que en ese momento realizaban un allanamiento en la zona, se cruzaron con el evadido y la gente que cubría su escape, pero no pudieron agarrarlo a pesar de que hubo un corto enfrentamiento que terminó con dos detenidos, uno de ellos herido.
“Lo traen al Héctor” se escuchaba la mañana de ayer en la villa Itatí. La noticia corrió como un reguero de pólvora, sobre todo en la manzana de Garibaldi, Doctor Riva, Callao y Pueyrredón. Fuentes policiales precisaron que los Rivero son una familia de renombre dentro de la vida íntima del barrio. “Sólo en la 15ª hay detenidos dos primos de Héctor Manuel”, contó un informante.
Poco antes de las 9 de la mañana, el móvil 118 del Servicio Penitenciario provincial se estacionó en Garibaldi y Callao. Escoltado por dos guardiacárceles, Héctor Manuel Rivero volvió a ver el pasillo que tantas veces caminó para ir a su casa de Centeno al 2600. “Como el móvil no podía ingresar por el pasillo, el chofer dejó allí a sus compañeros y al detenido y se fue”, explicó un vocero policial.
Por cinco horas. Rivero estaba hasta ayer a la mañana en la cárcel de Coronda cumpliendo una condena. Pero tras exhibir buena conducta, obtuvo el beneficio del programa de acercamiento familiar. Es decir, con una orden firmada por el juez de Ejecución Penal del presidio, pudo viajar por 5 horas a la casa en la que vive su familia.
Así fue como Ignacio Esteban F., de 31 años, y Pablo Andrés S., de 29, con la sola portación de sus pistolas 9 milímetros como defensa acompañaron al esposado Rivero.
Cuando llegaron a la humilde vivienda comenzó algo que pareció una puesta en escena. Héctor Manuel era el alma del evento y entonces, familiares, vecinos, amigos y todo quien pasara por allí se acercaba a saludarlo efusivamente. A ritmo sostenido la vivienda comenzó a llenarse de personas que disfrutaban del mate. Niños corriendo y jugando y perros sin raza completaban el cuadro.
Entonces, uno de los recién llegados, que se identificó como primo de Héctor, sacó un revólver y se abalanzó sobre uno de los guardias. El penitenciario no se amilanó y se trenzó en pelea. Cuando su compañero lo iba a asistir, una de las hermanas del convicto le pegó con un objeto contundente en la cabeza y lo dejó al borde del nocaut. A Héctor y a su primo no les alcanzaban las piernas para correr por el pasillo. En la confusión le habían robado la 9 milímetros a uno de los guardias.
De casualidad. Mientras eso ocurría, efectivos de la comisaría 15ª llegaron a la villa para hacer un procedimiento en el marco de una causa por el robo de medidores de gas en la que hay dos menores detenidos y un tercero prófugo. En eso estaban los cuatro vigilantes cuando uno de ellos se topó de frente con Rivero y su primo que corrían como endemoniados.
Durante una fracción de segundo los hombres se miraron y, según fuentes de la investigación, el vigilante recibió fuego enemigo. “Hubo un intercambio de tres o cuatro disparos y uno de los agresores cayó herido con un tiro en una pierna. Y el otro, Rivero, huyó con el arma del guardia”, describió el vocero consultado.
El herido de bala fue identificado como Pablo Quinteros, de 22 años, quien según los voceros consultados cuenta con antecedentes penales. Del lugar donde se armó una verdadera trifulca, según confiaron los pesquisas que trabajaron en la causa, también fue detenida Liliana, una de las hermanas del ahora evadido, que tiene 32 años.
Para los investigadores la mujer fue quien golpeó al guardiacárcel. De los penitenciarios, el que peor la llevó fue el ayudante de cuarto Ignacio Esteban F., quien fue asistido en el Clemente Alvarez con un importante traumatismo de cráneo y un corte que debió ser suturado. Sobre el paradero de Rivero, al cierre de esta edición, nada se sabía.
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Fotos
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La villa Itatí fue escenario ayer de una verdadera puesta en escena.
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