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 sábado, 01 de diciembre de 2007  
Bajo el signo de Leo

El inicio de una etapa trae vientos de cambio por una cuestión intrínseca. Pero no todos saben captar y encauzar correctamente esa caótica energía en tránsito. No es fácil romper ligaduras con los antecedentes inmediatos. Es complicado inyectar orden y serenidad cuando se atraviesan períodos de aturdimiento y desconfianza. Más si se tiene en cuenta que un técnico nuevo generalmente arriba tras la obscena huella de un fracaso.

Sin embargo, Leonardo Madelón decidió hacerse cargo del equipo antes del cierre del Apertura porque estaba convencido del poder de su persuasión de vestuario. El nuevo DT enfrentó los caprichos de la adversidad, asumió un desafío mayúsculo con su fe inalterable de hombre de pueblo y su ciclo comenzó con el pie derecho.

   Madelón arrancó ganando —por convicción y temperamento—, antes de calzarse el buzo. Se animó a apretar los dientes, levantar los brazos ante la platea de Cordiviola en su primer contacto con el pueblo canalla y se plantó firme ante el enorme reto que le representaba el ingreso a un club como Central con la pesada misión de la reconstrucción futbolística. Se ubicó entre los escombros con las mismas herramientas de sus antecesores y demostró que el traje de piloto de travesías no le cae nada mal.

   Madelón vivió el partido intensamente, no frenó un minuto y dibujó mil y una vueltas entre el borde de campo y el banco de suplentes. Sufrió y gozó, a su manera, con su cuerpo técnico. Sabe que consiguió una victoria que multiplica su significado, que establece un mojón de cambio y que le abre crédito ante propios y extraños.

   Así nació la era Madelón. Con un halo positivo ante el escepticismo de muchos. Con el primer triunfo de local en el torneo frente a un adversario directo en la lucha por escaparle al fantasma del descenso. Con un grito de desahogo gigante. Seguramente, Central seguirá penando con su promedio por culpa de otras gestiones. Pero ayer arrancó una nueva esperanza, bajo el signo de Leo.
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