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domingo,
18 de
noviembre de
2007 |
Chichen Itzá, la nueva maravilla
Dos días al año, el 21 de marzo y el 21 de septiembre, el sol ilumina de la misma forma los hemisferios norte y sur, y es entonces cuando la proyección solar dibuja siete triángulos en el castillo de la ciudadela mexicana de Chichen Itzá, semejando una serpiente emplumada que desciende. De esa forma, el fenómeno del equinoccio se muestra en esos atardeceres en todo su esplendor, anunciando la llegada de la primavera y el otoño sobre este enclave arqueológico del estado de Yucatán, cercano a la ciudad de Mérida, la capital estadual.
Chichen Itzá fue centro de peregrinación durante los siglos que precedieron a la llegada de los conquistadores españoles, y uno de los sitios más importantes del mundo maya. Desde este año es una de las nuevas siete maravillas del mundo, y la tercera de Sudamérica, junto al Cristo Redentor, en Río de Janeiro, y Machu Picchu, en Perú. Su castillo, dedicado al culto de Kukulkán, el dios serpiente que vino del altiplano, es la construcción que domina la plaza central.
El edificio tiene dos escaleras a los costados de 91 peldaños cada una, rematadas por cabezas de serpientes. Los escalones, sumados a los de la entrada son 365, como los días del año, y llevan hacia el trono jaguar, de ojos color jade y rojo intenso. El trono jaguar simboliza el éxito del modelo, integrado por el poderío militar, el control de las rutas comerciales y las explotaciones agrícolas y de sal. Detrás aparece una estatua de Chac, el dios de la lluvia, la deidad más venerada por los mayas, habitantes de tierras secas donde la lluvia siempre era recibida como una bendición.
Ese fue el origen de la devoción del pueblo maya por el agua, que se convirtió en principal elemento de culto. A cierta distancia del castillo se levanta el Cenote Sagrado, pozo de 20 metros de profundidad y 60 de diámetro, una formación geológica en la que brotan las aguas de un río subterráneo. Los mayas creían que los dioses de la lluvia moraban en los cenotes, y por eso los eligieron como sitios para realizar las ceremonias.
Otros atractivos de Chichen Itzá son el Templo de los Guerreros; el conjunto de las Mil Columnas, que sostuvieron una construcción que ya no está; y el Observatorio, uno de los pocos edificios circulares de este pueblo cuyos sabios pensaron el calendario maya, más preciso que el gregoriano.
Hasta el siglo XVI el Castillo y el Cenote Sagrado aún convocaban a muchedumbres que consultaban su oráculo, pero su decadencia fue proporcional al surgimiento de Mayapán, el nuevo centro de poder de Yucatán. Los conquistadores españoles quisieron establecer sobre estas ruinas su capital colonial, pero el intento fue resistido por los pueblos cupules y pisté, según documentos de la época.
La historia del lugar se encuentra en los bajorrelieves del Juego de Pelota, un campo sagrado de encuentros deportivos. Siguiendo esas secuencias los estudiosos de estos mensajes descifraron que el sacerdote que capitaneaba el equipo ganador era decapitado por los derrotados.
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Fotos
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Chichen Itzá, el templo legado por los mayas.
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