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domingo,
18 de
noviembre de
2007 |
[lecturas] - un texto inclasificable de Alicia Kozameh
Voces fuera de género
Marta Ortiz
Relato Fragmento de Cantata, de Alicia Kozameh.
Fundación Ross, Rosario, 2007, 65 páginas, $ 19, 50.
La escritora rosarina Alicia Kozameh, radicada en Los Ángeles, California, firma una nueva entrega de la colección de narradoras Semillas de Eva. Fragmento de Cantata es un texto que, alejado de cualquier estereotipo, escapa al rótulo genérico; como fragmento es un tributo a una de las formas predominantes del discurso contemporáneo, a la vez que presupone un contexto mayor. Como cualquier monólogo expresa sentimientos ocultos y deseos reprimidos y procede, entre otros recursos, por asociación; del fluir del pensamiento brotan iluminaciones, breves chispas de lo que parece tanto una praxis cotidiana como extraordinaria, agregables como fichas de un dominó.
El texto se crea a sí mismo a partir del cauce de una voz que con el correr de las páginas da lugar a otra y luego a otra; cada nueva voz solista se apropia del soliloquio que la anterior ha cedido sutilmente, sin costuras, de un modo que podríamos llamar yuxtapuesto, dando a este conjunto fragmentario la forma de una composición coral.
En ese movimiento se develan las preocupaciones que conmueven a los personajes emergentes, la bailarina y el músico. Temas cruciales como la identidad, el espacio de creación expresado en la danza, la culpa, la enfermedad, la muerte, se suceden sin pausa en el monólogo de la bailarina.
El episodio de la muerte de la coreógrafa, además de implicar para el cuerpo de ballet librarse, si no de la persona en sí, de su espantosa coreografía cuyo nudo evoca un suicidio que nadie desea ejecutar, puede leerse como una metáfora de la vida misma cuando en ocasiones obliga a ejecutar “coreografías” macabras hasta que de pronto y por razones ya sea concertadas o fortuitas (en este caso la enfermedad que mata a la coreógrafa) permite dar otra vuelta de tuerca y entonces se tuerce el rumbo y “del placer y la rabia” surgen nuevas figuras coreográficas que presuponen un nuevo orden menos autoritario.
Tema recurrente es la relación conflictiva madre-hija. De la madre se dice: “Ejerce ese magnetismo sobre mis propios ojos porque se me ha estado clavando en la conciencia por más de ininterrumpidos treinta años”, creando una inexorable dependencia en la hija que se prolongará más allá de la muerte. En este punto del monólogo se silencia la voz de la bailarina cuyo nombre incierto puede ser Niji, Nojo, Broni, o Bronita, y despierta la voz del rockero Ed, de 25 años quien además de una relación simétrica de conflicto con su madre también ventila otra clase de dependencia: la de la cocaína.
Un texto que rompe los moldes de la literatura tradicional a través de un lenguaje y estructuras fragmentarias, de frases incisivas, imágenes insólitas, centradas en muchas ocasiones en el cuerpo. La única marca topográfica es una alusión a la ciudad de Los Ángeles. Las voces aparecen y desaparecen obedeciendo a un criterio de yuxtaposición así como podría pensarse una sintaxis que no utiliza nexos de unión o subordinación, tal vez porque en Fragmento de Cantata los personajes juegan con un decir dual que muestra indistintamente el anverso y el reverso, la búsqueda simultánea de una identidad “fuera de” pero al mismo tiempo “dentro de”.
Por una parte los personajes saben que “son”, en tanto “pertenecen”, como una bailarina pertenece a un cuerpo de ballet. Pero por otra son capaces de decir que “para formar parte de algo hay que ser un poco santo”, y entonces se rompe el armado recién construido y optan por la soledad de su propio repliegue. Entre la yuxtaposición que a pesar de la cercanía aísla y el nexo que integra a un contexto, se juega en este libro la palabra, con un brillo contundente e inusual.
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Palabras en juego. Alicia Kozameh, lejos de los estereotipos.
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