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domingo,
18 de
noviembre de
2007 |
[anticipo]
La revelación de una palabra aislada
Alción publica “Prosas”, del gran escritor sanfafesino radicado en México
Hugo Gola
Cada vez me atrae más la idea de la poesía como un “no decir”. No la adhesión que suele producir la palabra que enumera, o cuenta, sino aquella revelación que la palabra aislada, cargada de silencio puede originar. La palabra sumida, hundida, inmóvil como un animal estático, que sólo por la respiración sabemos que está vivo. Una palabra que se niega a seguir la ruta prefijada de la comunicación para llevarnos a convivir con la oscuridad y el misterio. La palabra poética tiene ese rostro, que difiere radicalmente de cualquier otro. Los que más me entusiasman son aquellos poetas que tienden al silencio. Un simple garabato sobre la página blanca esboza un gesto, es una incisión reveladora, un trazo zen, que todo lo sugiere o que todo lo expresa con el silencio.
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Lo difícil es aguardar impasible la llegada de ese momento luminoso. Ya que nada se puede hacer para provocarlo, no es difícil que quien lo espera se hunda en la desesperación. Ningún esfuerzo puede promoverlo, más aún, una insistencia para provocar su advenimiento suele alejarlo. Tal vez puedan hacer más por su aparición el olvido, el abandono, el desdén, que cualquier tipo de búsqueda.
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Hay poetas que escriben sobre poesía y, en lugar de aproximarnos a ella, nos alejan. Se refieren a la poesía como algo que nada tiene que ver con la propia experiencia, utilizando un lenguaje más cercano al de la crítica que al del poema. Pero hay otros que iluminan con sus textos y nunca nos alejan de la intimidad de la poesía. Son ejemplos de ello Valéry, Pavese, Williams, Wallace Stevens, Westphalen, Pound, Bayley, Creelye, Denise Levertov, etcétera. Sus reflexiones son tan imprescindibles como sus poemas.
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