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 domingo, 18 de noviembre de 2007  
[Nota de tapa] - cazador de imágenes
Último momento: noticias de ayer
El archivo fotográfico de La Tribuna, en exhibición

Si como dice Susan Sontag la fotografía “transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente”, la muestra “Joaquín Chiavazza, reporter gráfico”. ofrece adueñarse de una ciudad escondida. Montada desde ayer en el Museo de la Ciudad (parque Independencia), prolongará su contenido el jueves próximo cuando más imágenes se expongan en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (San Martín y San Juan)

Cerca de 200 fotos de Joaquín Chiavazza y Blas Persia permiten adentrarse en la historia rosarina no contada o al menos no registrada en los libros.

Carreras de mozos, coquetas mujeres en el hipódromo, la intimidad de los vestuarios de un club de fútbol, un accidente en un siempre presente bache y más, muchas más imágenes componen esta muestra que toma dos ámbitos culturales de la ciudad.

Surgida de un cuidadoso trabajo sobre lo que conformó el archivo del diario La Tribuna, la exhibición fue pensada por el equipo de especialistas del Museo de la Ciudad. En ese ámbito desde ayer se muestran imágenes que cuentan biográficamente la historia de este par de reporteros gráficos y también del diario que los albergó. Luego, el jueves próximo en el Bernardino Rivadavia la exhibición hará público el contenido de los sobres que albergaban cientos de negativos rotulados como “Notas Varias”.

Chiavazza es considerado uno de los pioneros de la foto periodística en Rosario. Junto a Persia conformaban un dúo inseparable, a tal punto que hoy es difícil definir la autoría de las imágenes rescatadas. “Es como si fueran uno”, opina el director del Museo de la Ciudad, Raúl D’Amelio.



El origen

Las fotografías fueron rescatadas del diario La Tribuna a mediados de los 80, cuando el periódico cerró. “Alguien se enteró de que el archivo fotográfico del diario estaba al borde de la destrucción y fue a pedir por él. Creo que fue Julio Rayón”, recuerda D’Amelio.

Pero igual pedido hicieron desde el Museo Histórico Provincial. Y aunque parezca increíble la cuestión terminó en la Justicia. Un juez realizó un fallo salomónico, pero no del todo sensato. Dividió la colección: los negativos fueron al de la Ciudad y el papel al Histórico.

Tras un cuidadoso trabajo de recuperación, hoy podrán verse esas imágenes en disputa. En realidad, sólo algunas. La colección Chiavazza está compuesta de 12 mil negativos, de los cuales se eligieron 200 para la muestra.



El fotógrafo y su ayudante

Gran parte de la información sobre las fotos se obtuvo de relatos orales. Es más, muchas aún no tienen su correlato informativo y por eso los técnicos esperan con ansiedad el momento de la apertura de la muestra. Creen que la gente que vea las fotos aportará datos sobre personajes, ámbitos o sucesos. Algo similar ocurrió al momento de construir el perfil de Chiavazza y Persia

De Chiavazza se sabe que es hijo de inmigrantes italianos y que nació el 12 de octubre de 1889. No quiso ser carpintero como su padre, fue canillita. Según testimonios, un farmacéutico lo introdujo en el mundo de la fotografía y un reportero de La Capital (medio en el que después colaboraría), le enseñó el oficio.

En 1908 comienza a registrar imágenes. Fue corresponsal de Caras y Caretas, trabajó en La Tribuna durante 25 años, participó en Monos y Monadas, La Razón y las revistas El Hogar y Fray Mocho. Continuó tomando fotos durante toda su vida. Falleció en 1976.

Chiavazza es considerado un pionero de los reporteros gráficos rosarinos. Entre sus hazañas figura haber tomado una de las primeras imágenes aéreas de Rosario. Junto al piloto Emilio Sanervin, sobrevoló la ciudad el 1º de abril de 1915. La foto integra la muestra, donde hasta se puede ver una parte del ala del avión.

Pero Chiavazza no sería tal si junto a él no apareciera Blas Persia, su ayudante.

Persia, cuentan los relatos orales, era el hijo del verdulero del barrio donde vivía Chiavazza. Este hombre le habría pedido al fotógrafo que le enseñara el oficio a su hijo. Y dicen que fue así. A tal punto que hoy es difícil determinar la autoría de las imágenes.

“Chiavazza no iba al hipódromo, porque prefería los almuerzos familiares. Entonces suponemos que esas imágenes son de Blas”, especula D’Amelio, ya que casi no se observan diferencias tanto en cuestiones técnicas como de encuadre.



La escalera

Blas era 18 años menor que Chiavazza y se convirtió en su compañero y socio. Trabajó en La Tribuna durante 35 años y en 1962 cuando murió era presidente de la Asociación de Reporteros Gráficos de Rosario.

La toma aérea de Rosario no fue la única en altura. Al observar con detenimiento las fotos de Chiavazza, llama la atención el punto de vista. Es que el fotógrafo solía subirse a una escalera, de unos 2 metros, y apuntar desde allí. “El tipo sabía lo que hacía, veía la foto y se preparaba. Al tomarla en altura, permitía a los personajes desarrollarse en el espacio”, explica D’Amelio.

Las fotos, según Sontag, son miniaturas de realidad, rebanadas del mundo que con el tiempo sueltan amarras. Quienes tengan la oportunidad de recorrer la muestra serán partícipes de ese rito moderno al que invita la fotografía: el de apropiarse de un relato y contarlo una y otra vez.

De martes a viernes, de 9 a 18, y sábados, domingos y feriados de 14 a 20 en el Museo de la Ciudad. También desde el jueves próximo en el Bernardino Rivadavia, todos los días, de 9 a 21.
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Cazado. El fotógrafo Joaquín Chiavazza en acción.

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