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 domingo, 18 de noviembre de 2007  
Viajeros del Tiempo

El retorno veraniego. Como la ley natural que dice que todo lo que sube tiene que bajar, del mismo modo, mientras por un lado la ciudad se fue despoblando y perdiendo sus galas más hermosas que son las bellezas femeninas de las que se enorgullece, por otro son muchos también los que regresan. Las calles céntricas, desiertas hasta hace poco por el éxodo veraniego, vuelven a recobrar su tradicional movimiento, y se siente palpitar en las arterias principales esa animación bulliciosa de la muchedumbre que se agita como revuelto enjambre. Mientras el estío va dando pasos atrás, los turistas rosarinos regresan entonando un “ritorno vincitore”, y hasta se vuelven a ver las caras de aquellos que tienen la ridícula costumbre de confinarse en sus domicilios para no desarmonizar el plástico conjunto de la extensa calma que debiera imperar en la ciudad. (1909)

Cómo tirar la plata cuando se nada en dinero. Mr. Gould, un millonario yankee que ya no sabe qué hacer con los millones de dólares que lleva ganados, con motivo de presentar en sociedad a su hija Marjorie celebró una fiesta tan grande y fastuosa que dicen los que asistieron que no se veía nada parecido desde la época de Luis XV. Alquiló todo el primer piso del hotel Plaza, uno de los más caros de la ciudad, y convirtió sus salones en jardines tropicales. Mientras afuera reinaba un frío riguroso, dispuso más de diez mil palmeras y helechos traídos expresamente desde Africa y millares de orquídeas, rosas y lilas. El conjunto impactaba como algo maravilloso y fantástico, y se utilizaron docenas de ventiladores para refrescar el ambiente. Todo el servicio de mesa era de oro y las 50 niñas que rodeaban a la señorita Marjorie encontraron bajo sus servilletas un collar de oro y una bolsa del mismo metal con incrustaciones de brillantes. Cuatro grandes orquestas tocaron sin interrupción toda la noche y la mayoría de las piezas eran originales y fueron escritas a propósito para la ocasión. (1909)

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