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sábado,
06 de
octubre de
2007 |
La fiebre por el rugby no se detiene
Una contagiosa epidemia afecta a los argentinos, una “fiebre” del rugby que tiene su origen en los éxitos de Los Pumas. Desde el norte al sur, todo el territorio argentino siente los efectos de ese fenómeno que afecta prácticamente a todas las provincias del país.
La programación deportiva de este fin de semana fue modificada para evitar superponerse al decisivo partido que jugarán Los Pumas con Escocia. Tan fuerte es la fiebre del rugby, que el fenómeno provocó un hecho impensable hace unos meses: la modificación del horario del superclásico del fútbol argentino.
Pero el rugby no solamente alteró la programación futbolera. También se adelantaron o atrasaron los partidos de todas las categorías y divisionales, en provincias del norte, centro y sur del país, en sitios tan distantes el uno del otro como Salta, Mendoza, Córdoba, Chubut y Santa Cruz.
Sucedió con el tenis, con el basquet, con el voleibol, con el automovilismo —en otros momentos—, y con el boxeo en los ’70, cuando Argentina tuvo púgiles de nivel mundial, como Nicolino Locche, Oscar Bonavena o Carlos Monzón. Pero hay cierto declive en la figuración internacional de esas disciplinas.
Argentina ya no tiene tenistas top ten, como hace pocos años atrás, el basquet atraviesa un período de recambio generacional tras el oro olímpico de Atenas 2004 y la semifinal del Mundial de Japón 2006, y el fútbol no consigue un título internacional a nivel mayor desde la Copa América de 1993 con el Coco Basile.
La fiebre seguramente va a pasar después del Mundial, aunque alguna cosa dejará, sostienen algunos. Muchos coinciden en que esta fiebre beneficiará directamente al rugby y también al deporte argentino, aunque son pocos los que creen que sea una consecuencia de un desarrollo importante del rugby.
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