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sábado,
06 de
octubre de
2007 |
Pulmón metropolitano
El proyecto ganador del Parque de la Cabecera del Puente propone un gran bosque integrador entre Rosario y Granadero Baigorria
Aníbal Fucaraccio / Arquitecto
Los arquitectos Martín Goldberg y Vanesa Rabotnicoff obtuvieron el primer premio en el concurso de ideas para el Parque de la Cabecera del Puente Rosario-Victoria, un emprendimiento conjunto de las municipalidades de Rosario y Granadero Baigorria. “Es un gran pulmón metropolitano que funciona como elemento articulador e integrador de las dos ciudades”. Así lo definieron estos dos jóvenes profesionales de nuestra ciudad que regresaron hace dos años de China donde realizaron una enriquecedora experiencia laboral que luego trasladaron en esta competencia.
Goldberg y Rabotnicoff trabajaron junto a Gustavo Sapiña y Verónica Peralta, una pareja de rosarinos que reside en Irlanda, y el francés Maxim Lorrousi, a quien todavía no conocen personalmente. Todo el proyecto se desarrolló vía Internet. “Fue muy interesante trabajar a la distancia. Al principio hubo mucho debate y conversaciones a través del messenger y recién sobre el final, en las últimas dos semanas, el proyecto tomó forma”, confiaron a Estilo.
—¿Por qué se decidieron a participar del concurso?
—Tenemos nuestros trabajos particulares pero siempre tratamos de no abandonar los concursos porque nos interesan como oportunidad de hacer lo que nos gusta sin tener presiones. Además nos divierte hacerlos. (Goldberg).
—Desde que volvimos a Rosario ya participamos en los concursos de Tribunales, la Unidad 4 y el Hospital Centenario. Nos gustan los concursos. (Rabotnicoff)
—¿Qué cosas le llamaron la atención del llamado?
—Era un concurso muy atractivo. Nos gustaba mucho el tema de los parques porque estando en China habíamos hecho un par de proyectos similares. Eso nos sirvió para retomar algunas ideas. (Goldberg)
—Nos parecía muy bueno la oportunidad de reflexionar sobre temas que tienen que ver con la ciudad. Además creemos que no hay que pensar sólo en la práctica particular porque es cerrarse mucho. Estos trabajos son fundamentales para tener la cabeza en funcionamiento. (Rabotnicoff)
—¿Cuál fue el desafío que se plantearon cuando vieron el programa?
—Le dimos importancia a la escala. El parque era más grande de lo que estamos acostumbrados a trabajar en Rosario. Eran 55 hectáreas. Por eso nos sirvió mucho la experiencia de China porque nos acercó bastante a esa escala. (Goldberg)
—En China se manejan otras dimensiones y llevamos adelante proyectos más grandes que el de este parque. Eso nos ayudó. Queríamos que el parque respondiera y solucionara todas las escalas que tocaba. (Rabotnicoff)
—¿Cómo fue trabajar con tres personas que estaban en el exterior?
—Las primeras semanas fueron de mucho diálogo a través del messenger, discutiendo cuestiones conceptuales, programáticas y viales. Hubo pocos dibujos y mucha charla. Más tarde llegaron las concreciones. (Goldberg)
—¿Qué conclusiones sacaron de esas charlas?
—Nos dimos cuenta de que el tema vial era muy importante. Nos parecía que las dos calles que actualmente pasan por debajo del puente dividían demasiado la zona. Eso nos llevó a correrlas. (Goldberg)
—También reflexionamos acerca de que queríamos plantear un gran bosque que sirva de escala intermedia entre el puente y la ciudad. Después le dimos forma al bosque, planteamos recortes en forma de zig-zag y allí se armó el proyecto. (Rabotnicoff)
—¿El bosque fue el punto fuerte del proyecto?
—Con el bosque buscamos “coser” las dos ciudades: Rosario y Granadero Baigorria. Queríamos que el parque fuera el elemento de unión. (Rabotnicoff)
—También intentamos que proteja el impacto visual que genera el puente. El bosque filtra un poco el impacto de una obra que es un poco monstruosa en estado virgen. Además nos permitía arribar a una escala intermedia que generaba espacios más amables para la escala humana. (Goldberg)
—¿Existen otros significados detrás de la disposición de los árboles?
—Los árboles consiguen una lectura de modo unificado que responde al rol simbólico del parque como puerta de ingreso a la ciudad. Sabíamos que se necesitaba una imagen que marque la situación de entrada. (Goldberg)
—Además funcionan articulando y demarcando los diferentes espacios planteados en el parque, con sus distintas características. (Rabotnicoff)
—¿Qué características buscaron en esos espacios?
—La idea es que puedan actuar de diferentes maneras. Hay explanadas grandes y espacios íntimos. Hay una zona para jugar al fútbol que también sirve para organizar eventos. También hay un área de pileta y juegos acuáticos que en invierno pueden ser usadas como pistas de skate y franjas establecidas para otros deportes. Una plaza seca, juegos infantiles, oficinas, un hotel, un restaurant, un mirador y un acuario. Siempre pensamos en usos públicos. (Rabotnicoff)
—¿Cómo intervino en el debate el elemento económico?
—La idea de hacer todo con árboles implicaba un proyecto económico. Planteamos construir muy poco, sólo hay que correr las calles. No sugerimos costos agregados a lo que implica un parque. Resolver todo con árboles daba lugar a un desafío más interesante y a una apuesta factible. (Goldberg)
—Sabíamos que no tenía sentido plantear un proyecto tan costoso que no tenga visos de realidad. (Rabotnicoff)
—¿Llegaron a pensar el parque como una postal?
—Este parque tiene la posibilidad de ser visto desde arriba cuando se llega desde el puente. Esa visión no se da en otros proyectos. (Rabotnicoff)
—Esa chance de ser visto desde lejos queríamos que signifique algo. Porque este parque implica arribar a la ciudad y no todos los espacios verdes tienen esa carga. (Goldberg)
—¿Recurrieron a otras experiencias similares?
—En China participamos de un concurso de una plaza en Shangai. Tenía un programa que tenía más que ver con lo cultural pero de todas maneras nos sirvió como elemento inspirador. También hubo un parque en Irlanda, con otra escala, que nos motivó. (Rabotnicoff)
—¿Cómo pensaron la integración de las dos ciudades?
—Teníamos en claro que además de ser una puerta de entrada a la ciudad, también era el límite del barrio La Florida, del lado de Rosario, y planteamos la continuación de la avenida Costanera hacia el norte porque Baigorria se va a extender hacia el límite con el parque. (Rabotnicoff)
—¿Por qué creen que ganaron el concurso?
—Me parece que lo que inclinó la balanza fue el hecho de trabajar el parque como superficie unificada. Eso lo logramos a través de eliminar las calles actuales y llevarlas hacia afuera del parque. (Goldberg)
—Con un par de operaciones simples relacionadas al bosque y a lo vial resolvimos el parque. Así se dio un proyecto unificador que resuelve con criterio las escalas y los encuentros. Además se ubica como elemento unificador entre las dos ciudades. (Rabotnicoff)
—Por lo que hablaron con las autoridades de las dos municipalidades, ¿les parece que este parque se va a construir?
—No tenemos idea. Esperemos que se construya. No sólo por nosotros sino porque me parece que es importante para la ciudad. Es un parque fantástico más allá de que el proyecto sea nuestro. Es distinto a los que hay en la ciudad y propone cosas nuevas que son beneficiosas. (Goldberg)
—Es un gran pulmón metropolitano que funciona como articulador de las dos ciudades. Notamos que existe voluntad para que se construya pero todavía no hay avances serios en ninguna de las dos ciudades. Creemos que merece construirse (Rabotnicoff).
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