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domingo,
23 de
septiembre de
2007 |
Está desorientado
Luis Castro / La Capital
Desorientado. Sin ideas. Y, para colmo, en picada en la tabla del promedio. Así está este Newell’s, inmerso en una crisis futbolística y anímica de la que no puede salir. La derrota ante Central dejó sus secuelas y los rojinegros debían encontrar cierta mejoría ante Argentinos. Nada de eso se consiguió y el equipo de Gorosito los mandó a terapia intensiva con una goleada histórica de 4 a 0 profundizando aún más el efecto clásico.
Newell’s pasó por muchas cosas en los últimos días. Perdió el clásico que nadie esperaba y terminó eyectando a Marini. Llegó Machetti como el bombero de ocasión, pero el fuego se reavivó con el duro golpe que le propinó el Bicho. Como para dejarlo sin tubo de oxígeno y boqueando.
La única manera de curar heridas era ganando. Pero no. El conjunto del enrulado Pipo lo dejó en estado crítico. Sin un médico a mano y con un odontólogo que con hidalguía hace lo que puede.
Ñuls había arrancado con actitud y merodeando el arco de Navarro con un tiro libre de Salcedo y una patada al aire de Steinert. Cabrera contestó con un remate desviado y la visita tuvo dos pelotas paradas que no supo aprovechar.
A los 20’, Schiavi se encontró con una pelotazo lanzado desde la izquierda y metió un cabezazo casi de compromiso que terminó en las manos de Navarro en la mejor chance para los leprosos.
Argentinos contestó seis minutos más tarde y no perdonó. Delorte no pudo con Villar y el rebote le quedó a un incontrolable Hauche que definió con certeza. El equipo de José iba como podía y Steinert (jugó algo mejor que en el clásico) tuvo en sus pies el empate, pero Navarro se lo impidió. Encima, cuando el primer tiempo agonizaba Hauche habilitó a Pereira, que puso el 2-0 e iniciaba su noche gloriosa.
El peso de lo anímico no dejaba pensar. Era una mochila muy pesada y, mezclado con la necesidad, se armó un cóctel futbolístico difícil de digerir. Porque Ñuls no encontraba la pelota, el medio repartía patadas a través de Bernardello, Zapata y compañía (el rival no se quedó atrás) y los embates ofensivos eran meras insinuaciones.
Todo lo contrario del anfitrión. En la primera jugada colectiva Pereira ingresó solo ante la mirada de la defensa para cachetear por tercera vez a la Lepra.
Faltaba aún, pero parecía todo definido. Salcedo metió un cabezazo en un poste como para dejar sentado que la noche iba a ser negra, mientras el remate de lejos de Pereira se coló en un ángulo.
Y si algo faltaba, Newell’s encontró un penal tras 32 partidos,y el recién ingresado Carrera se lo atajó a Schiavi. Un síntoma más de la desorientación leprosa, de la que no se sale con parapsicólogos ni agua bendita. El equipo sigue inmerso en una crisis y necesita un piloto de tormenta que lo encauce. ¿Habrá alguno? l
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