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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
España
Cambados, con estilo gallego

Daniel Molini

En esta parte de Galicia —en realidad en casi toda ella— no es un requisito indispensable contar con mapas o guías especiales para absorber las bondades que se ofrecen a la curiosidad, por cuanto los “Concellos” hacen bastante bien su trabajo, ilustrando, con lujo de detalles, lo que se va presentando ante nuestros ojos.

La pesquisa y el conocimiento previo, que enriquecen lo suyo, nunca están demás, pero los tentados a dejarse sorprender por los destinos encontrarán en cada monumento o palacio explicaciones de orígenes, estilos o autoría.

Incluso las calles son una fuente de información, pues están rotuladas de manera inteligente, incorporando los nombres por las que fueron conocidas a lo largo de los siglos. Cambados, en plena rías bajas, ocupa un lugar de privilegio en el valle de Salnés, tierra de uvas, famas y Alvariño.

Su larga historia parece directamente proporcional a su corto tamaño y cualquier periplo por la ciudad recorre las tres villas centenarias que le dieron origen: Fefiñáns, donde se encuentra el célebre Pazo del mismo nombre; el centro administrativo vinculado en torno al Pazo de Bazán, actual Parador Nacional de Turismo; y la zona de Santo Tomé, preñada de orgullo marinero.

Al primer sitio donde suelen llegar los visitantes es a Fefiñáns, en el corazón del casco antiguo. “Junto con la plaza del mismo nombre Fefiñáns constituye uno de los monumentos más notables de este país. Obra iniciada en el siglo XVI por don Gonzalo de Valladares (1583-659) fue terminado por su hijo y sucesor don Fernando, primer vizconde de Fefiñáns (1616-1675).

Está edificado con planta en L, terminando el extremo más corto en torre almenada y en un arco puente el más largo, único que se conserva porque en el siglo pasado ofrecía dos, uno al norte y otro al sur.

La decoración renacentista está enriquecida con los escudos barrocos y los balcones volados semicirculares, alarde de la destreza y profesionalidad de los canteranos de la época. En el extremo oeste se encuentra la Torre del Homenaje que recibe a los caminantes con un sabio consejo grabado en su fachada.

Lápiz y papel, o buena memoria para los afortunados, son suficientes para fijar las explicaciones que regala el Concello de Cambados. El sabio consejo, que aguarda en la piedra mezclado con musgos y ciertos abandonos, dice así: “Conócete a ti mismo. Por semejanza a Dios procede como hechura de su mano, huye del vicio. Busca la virtud. Aborrece el ocio. Ama el trabajo, no seas soberbio antes humilde.

No mientas porque es la mayor vileza de los viles. Procura los amigos mejores que tú pues con esto y verdad, secreto y limpieza del alma nos sucede bien todo. Da lo que pudieres bien distribuido. No olvides los beneficios ni te acuerdes de las injurias si quieres aparecerte a Dios, y advierte que el osar morir da la vida porque los honores con grandes peligros y trabajos se adquieren. Ama y teme a Dios y atribúyele los sucesos porque no hay otra fortuna”.

Detrás y a los costados de la inscripción, como contrapunto absurdo y lamentable de una modernidad insensible que no respeta la trascendencia, se puede ver un aro de baloncesto casi apoyado en la piedra y un adefesio constructivo que debería estar a kilómetros de distancia.

Por suerte, la dificultad por desentrañar el texto exige mucha atención, evitando concentrarse en ese entorno que espanta. La iglesia de San Benito, “Bieito” para los gallegos, con una capilla románica reconstruida a comienzos del siglo XV y sus campanarios barrocos, le pone otro límite a la plaza de Fefiñáns, que cuando se estrecha para hacerse calle sigue contando con hitos destacables, como obras del escultor Asorey o residencias y pazos de los siglos XVII y XVIII: el de Torrado en la calle del Príncipe, el citado de Bazán, el de Ulloa, o La Capitana.



De interés cultural

La riqueza arquitectónica, mezclada con jardines, murallas e iglesias conforma un conjunto declarado Bien de Interés Cultural al que se suman ruinas como las de la iglesia de Santa Mariña Dozo, convertida en un cementerio impresionante.

Si todos estos atractivos fueran insuficientes, podemos recurrir al Albariño. Cambados es el punto de partida de la ruta que persigue la denominación de origen Rías Baixas.

De hecho, la Fiesta del Vino Albariño, que suele realizarse en la primera semana de agosto, está declarada de interés turístico nacional. Si además de la bebida hablamos de comidas, entonces uno podría quedarse a vivir allí.


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El puerto de Cambados exhibe un atractivo incomparable.


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