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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
Comunicación
Los gestos revelan los pensamientos

Charles Darwin afirmaba en “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” que los movimientos expresivos del rostro y el cuerpo tienen gran importancia para nuestro bienestar, son los primeros medios de comunicación entre la madre y el niño, dan vivacidad y energía a las palabras pronunciadas y pueden revelar los pensamientos con más sinceridad que las palabras que pueden ser falseadas.

La historia de la comunicación humana es significativa en el sentido de que cada individuo repite el proceso que ha realizado la especie, partiendo del lenguaje de los gestos y de la acción hasta llegar a la adquisición de la palabra oral y el posterior aprendizaje de la lectura y la escritura. De todos modos el rostro nunca pierde su capacidad comunicativa y es fundamental en la transmisión de los estados de ánimo. Para Paul Ekman es el rostro el que soporta la información de las emociones.

En el transcurso de los encuentros humanos, instancias en las que se despliega el complejo entramado de las relaciones interpersonales, la expresión facial suministra abundantes datos sobre todo considerando que se le presta especial atención debido a su gran visibilidad, ya que por lo general es aquello que primero y más fácilmente vemos de las personas.

La “fisiognomía” es una ciencia oriental basada en el arte de la observación de los rasgos faciales de un individuo que sirve para interpretar los pensamientos, sentimientos y la personalidad del sujeto observado. Esta ciencia relaciona las formas del rostro con elementos primarios de la naturaleza como el fuego, la tierra, el agua, la madera o el metal, y llega a inferir que una persona cuyo rostro es de forma rectangular, asociado al elemento metal, es alguien con condiciones para el liderazgo, eficiente, con tendencia a la innovación y al éxito. Una persona de rostro con forma circular, asociado al elemento agua, es de una gran versatilidad con aptitudes para la diplomacia y habilidad para hacer dinero.



Secretos del rostro

Aristóteles sostenía que los humanos nos dividimos en cuatro grupos temperamentales: los sanguíneos, los coléricos, los flemáticos y los melancólicos, los cuales, a su vez, presentan en la cabeza y en la cara una particular tendencia geométrica. Por otra parte los chinos desarrollaron su propia fisiognomía o arte de interpretar las caras de la gente y la compilaron en el Siang Mien, el tratado más antiguo sobre los secretos de la cara humana.

Más allá de una mayor o menor habilidad para hacer un análisis morfopsicológico de un rostro determinado, lo que nos incumbe a la hora de estar con las personas es cómo nos estamos comunicando con quien tiene ese rostro que lo diferencia de los demás, y a través del cual nos habla. Como también, cuál es la imagen que esa persona recibe de nosotros y qué mensaje lee en ella.

Así podemos comprender que la cara es una forma expresiva, un relieve debajo del cual nos hallamos y sostener con Aristóteles que cada uno de nosotros escoge símbolos e imágenes que definen, hasta cierto punto, el elemento predominante que lo caracteriza, proyectando lo que esencialmente estamos siendo y mostrando que somos algo que no es separable de nuestra morfología. En este sentido Mario Satz recuerda que nadie puede imaginar un Don Quijote gordo y un Sancho Panza flaco. De modo que podemos decir que así como vamos construyendo nuestra personalidad también lo hacemos con nuestro rostro, convirtiéndolo en la página sobre la que el tiempo dibuja su historia en el compendio expresivo de nuestras experiencias.

Los griegos han podido articular los principios de la fisiognomía o arte de interpretar la apariencia de una cara, según fuera la correspondencia de sus partes más relevantes con los cuatro elementos del cosmos.

Un artista plástico que mire nuestro rostro podrá representar con sutiles pinceladas las líneas que le dan forma, manifestando tal vez su capacidad para escrutar el espíritu humano.

A su vez, cada uno de nosotros puede contemplar la reflexión de luz que nos devuelve el espejo al mirarnos, luz que revela lo que el tiempo y la madurez nos han hecho comprender convirtiendo al rostro en una historia escrita en imágenes.

Karina Mirich al referirse a la obra artística de Rubén León Makinistian dice que el arte en su manifestación pictórica permite acceder a la variedad y la viabilidad de significados y propuestas comunicacionales.

Facilita que nos miremos y encontremos en rostros ajenos para que accedamos al reconocimiento propio y del otro en un mundo en que cada vez más el anonimato cobra lugar y tiende a aislarnos.



Patricia Flanigan

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