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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
Insólito bar porteño lleva al asombro y la nostalgia

Raúl Queimaliños / Télam

De los bares porteños que funcionan día y noche, el Palacio, en Chacarita, con su sin igual museo de cámaras y fotos antiguas y su actividad de centro cultural especializado, es una invitación a la curiosidad, al aprendizaje y la nostalgia.

   El Palacio no es un bar temático, de los que pueden armarse con una buena decoración y un gerente de márketing, sino la obra de un amante apasionado de este arte-técnica con loable vocación de exhibir sus tesoros para que todos puedan disfrutarlos.

   El bar-museo es una creación del ex bombero, empresario gastronómico y fotógrafo publicitario Alejandro Simik, de 48 años, dueño de una colección de 40.000 fotos y 1.400 cámaras antiguas y multitud de objetos afines, a los que organizó con rigor histórico y buen gusto.

   Es alguien que además dotó a ese rincón, en la esquina de Federico Lacroze y Fraga, a dos cuadras de la estación de subtes Federico Lacroze, de actividades académicas y artísticas y de una calidez que el público agradece en el libro de visitas, y no sólo en español.

   Simik organizó allí un club de fotógrafos con cámaras antiguas, fanáticos que no sólo coleccionan esas joyas tecnológicas sino que las mantienen en funcionamiento y generan imágenes con ellas. Y, por supuesto, exponen.

   Además hay cursos, conferencias, biblioteca, laboratorio blanco y negro para uso público y sin cargo, asesoramiento técnico, un estudio publicitario y una amplitud mental que permite al que lo desee ir simplemente a leer, a mirar televisión o a jugar al pool.

   Pero naturalmente, el Palacio se ha constituido en un polo magnético para quienes han hecho de la fotografía algo importante en sus vidas.

   Por allí pasó José Ortuño, un vecino de Chacarita nacido en Ushuaia en la década de 40, hijo del último fotógrafo del penal más austral del mundo, desactivado a mitad del siglo pasado.

   Y como él infinidad de visitantes de la ciudad, del interior y de Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, Holanda, no siempre relacionados con la fotografía pero unánimemente sorprendidos por este lugar “cálido y mágico” y el hecho de que tenga “poca difusión”, según expresan sus mensajes.

   El Palacio también atrae contingentes escolares como el que integraba “Matías, el Kapo”, quien dejó su contundente opinión: “Está remasa, algo antiguo pero masa”.

   En la historia del Palacio hay un hecho que algunos atribuyen a la casualidad y otros al destino, pero a todos llama la atención y a muchos pone la piel de gallina.

   Mucho antes de que Simik en 2002 lo llenara de vitrinas, este bar construido hace 70 años era el lugar donde se encontraban el reportero gráfico e investigador Miguel Angel Cuarterolo, fallecido en 2003, y el historiador Abel Alexander, tataranieto del daguerrotipista alemán Adolf Alexander (1822-1881).

   En 2005, el bar Palacio, el “Palacio de la Fotografía” como lo denominó un periódico barrial, fue declarado “de interés cultural por la Legislatura de la Capital Federal.
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