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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
El cazador oculto: "¿Qué les pasa con las gorditas?”

Ricardo Luque / Escenario

Agazapados, en las sombras, esperan. Tienen tiempo, paciencia y una insaciable sed de sangre. Están atentos, son despiadados, nunca fallan. Son el depredador más implacable, más letal, más impiadosamente cruel. Son asesinos por naturaleza. Se trata, por si aún no se han dado cuenta, del gran público. Sí, yo, tu, él, nosotros, vosotros, ellos. Nada les apetece más que un ídolo con pies de barro. O mejor, una caída, que es inevitable, más cuando se han alcanzado las alturas. ¿Quién no sabe que lo peor es resbalar? Nadie mejor que Luca, que se fue, subte línea B, harto de miradas conchetas, viejos vinagres, rubias taradas. ¿Quién no sabe que, para el gran público, no hay nada mejor que el resbalón de un rubia tarada? Y ahí está Britney, sí, la chica “¡Oh!, lo hice de nuevo...!”, en la fiesta de la MTV, apretadita en un atrevido conjunto de dos piezas, bordado de lentejuelas, que dejaba escapar los excesos cometidos a lo largo de meses de noches salvajes, Margaritas y penas de amor. Y sí, Britney, estaba gordita, un poco lenta, su voz era un hilito apagado, pero era Britney, la misma Britney que grabó “Baby One More Time”, el single mejor vendido de la historia de la música. ¿Se acuerdan? El del video en que incendiaba la pantalla con su carita de inocente, su uniforme de colegio y sus movimientos de streeper de Las Vegas. Sí, la misma Britney que paralizó al mundo al besarse apasionadamente con Madonna, la reina madre, también ante la mirada idiota de las cámaras de televisión. ¿Todo eso no vale nada? Sí, claro que sí, sino el rating de la entrega de premios de la cadena de videos musicales no hubiera trepado al cielo. Todos querían verla. Como en las tapas de las revistas del corazón que la coronaron como el peor cuerpo del verano. Porque tenía unos kilitos de más. Porque cuando se separó, en vez de internarse en el gimnasio, en vez de atragantarse con pastillas para adelgazar, salió con sus amigas a ahogar sus penas en tequila. Y sí, mareado es más fácil resbalar.


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