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domingo,
16 de
septiembre de
2007 |
De estreno. El rosarino presenta mañana en su ciudad “¿De quién es el portaligas?”
Fito Páez: “Uno siempre decide qué es lo que va a
dejar filmado, escrito, tocado y cantado”
El artista dijo que pese a ser una historia de los 80, al filme lo pensó en presente
José L. Cavazza / Escenario
“¿De quién es el portaligas?”, la segunda película de Fito Páez, llega este jueves a los cines argentinos. El artista rosarino, que llega mañana a Rosario para la presentación nacional del filme (en el Showcase, a las 20), dijo a Escenario que “nada te obliga a ser autorreferencial” ya que “uno siempre decide qué es lo que va a dejar filmado, escrito, tocado y cantado”.
Páez, tras considerarse a sí mismo “un pequeño laboratorio”, charló largamente sobre su nuevo filme, de las mujeres de su vida, los críticos y sus cineastas más queridos. “Con lo poco que Dios me dotó he tenido siempre mujeres bellísimas”, afirmó entre risas antes de confesar que cuando vivía en Rosario las chicas no le daban ni la hora.
La película, protagonizada por Julieta Cardinali, Romina Ricci y Leonora Balcarce y un reparto estelar con Darío Grandinetti, Lito Cruz, Gonzalo Aloras, Roberto Fontanarrosa y Cristina Banegas entre otras figuras, cuenta la historia de tres amigas que, en pleno frenesí de los años 80 en Rosario, se enredan en devaneos amorosos y ponen a prueba la amistad que las une. Veinte años pasaron y ellas charlan sobre lo que les pasó durante aquellas semanas inolvidables en las cuales se preguntaron “¿De quién es el portaligas?”.
—¿Por qué los 80?
—¿Por qué no? De todos modos, no lo pensé demasiado. Yo nunca pienso mucho las cosas cuando las hago. Fue todo muy azaroso: en un avión estaba escribiendo un diálogo que había tenido Fabi (Cantilo) con una amiga, eso me disparó otra cosita y esto otra y otra... y a la película todo el tiempo la pensé en presente, hasta que en un momento me pregunté por qué no meter en la historia a toda esa gente conocida y amada de los años 80. Y esto me sirvió también para contar el paso del tiempo.
—Al ser los 80 años decisivos para vos, ¿lo autorreferencial toma el centro de la película?
—Creo que no. Nada te obliga a eso. Uno siempre decide qué es lo que va a dejar filmado, escrito, tocado y cantado. Yo me considero un pequeño laboratorio y me expreso con lo que vivo en algunos aspectos, después hay cosas más inconcientes que no sé cómo funcionan... Además, no me parece que lo autorreferencial sea algo malo. Eso lo instaló no sé quien en los medios en los últimos tiempos y es una cosa delirante porque tira abajo la historia del arte. ¿Qué hacemos con los autorretratos de los grandes pintores de todas las épocas? ¿Qué hacemos con Kafka, Fellini o Chico Buarque? ¿Hay que tirarlos?
—En esos artistas lo autorreferencial es el material con el que trabajan...
—Es cierto, además como es material que uno conoce muy bien, entonces si querés contar algo real también funciona.
—¿Cómo fue rodar una historia rosarina de los 80 en una ciudad tan cambiada, sobre todo, a partir de los 90?
—Contra eso encontramos muchos lugares en la ciudad que están intactos no sólo desde los 80 sino desde los años 40 o 50. Entonces, en el rodaje utilizamos ese tipo de edificios. Por esto, no tuvimos que mentir mucho la ciudad, al contrario, cuando llegamos allí nos dimos cuenta de que hubiera sido más difícil filmar en Buenos Aires. Rosario conservó muchas cosas de su historia. Los lugares que aparecen en la película los rosarinos van a identificarlos rápidamente.
—Se trata de una película donde las protagonistas son mujeres. ¿Cómo eran eran tus mujeres en los 80?
—La verdad es que fui muy afortunado. Con lo poco que Dios me dotó he tenido, creo, mujeres bellísimas. Bellísimas de espíritu y de pinta. Guapísimas, inteligentes, bravas. Viví con ellas y aprendí mucho. A Fabi, que fue una de las musas de la película, le gustó mucho la historia. Yo tuve mucha suerte cuando llegué a Buenos Aires porque me fui con la porteña más linda, la Cantilo.
—En realidad, la pregunta se refería también a los años anteriores a tu ida a Buenos Aires...
—¡Nooo, en Rosario ni una me dio bola! Yo me fui en el 82 a Buenos Aires y cuando en el 83 volví a la ciudad a tocar por primera vez estaban todas sentadas ahí en la platea. Y yo les decía “¡no, no, no, ahora no!” (risas).
—¿Cuáles eran las películas de los 80 que te gustaban mirar?
—Las que recuerdo bien marcadas fueron las de Fassbinder y Almodóvar; además con Luis (Spinetta) en algún momento nos fanatizamos con Herzog. Me fanaticé con estos tres cineastas y a la vez era una época en la que no le estaba dando mucha bola al cine porque estaba muy enganchado con la música.
—Está escrito que “¿De quién es el portaligas?” tiene guiños de Almodóvar pero también de “Thelma y Louise”, de Ridley Scott.
—A veces se simplifica demasiado. Uno cuando piensa en los 80 está pensando en Almodóvar y en los colores chillones de todas sus películas. Por eso lo ligás rápidamente, pero la historia de mi película está demasiado lejos de lo que contaría Pedro, porque es una historia muy nuestra, bien de acá. Pero no sé, hablás de chicas de colores en los 80 y entonces resulta que hiciste un tributo a Almodóvar.
—Quizá un punto de referencia más interesante sea que todas son películas de hombres sobre mujeres.
—Claro, pero es algo que ya planteó desde hace tiempo y muy bien George Cukor y que luego Almodóvar hereda la forma. A mí me tocó ahora con esta historia, pero no es que yo sea un especialista en mujeres ni mucho menos.
—¿En que momento la aventura se convirtió en película? Algo que imagino debe pasar lo mismo con las canciones...
—Es muy difícil explicar cuándo llega ese momento. A veces hay canciones que grabaste y no las escuchaste bien, y las descubrís mucho tiempo más tarde. El otro día al ver la primera copia sentí eso de que la aventura se había transformado en una película. No más DVD ni material de edición llevándote a tu casa. Estaba el sonido, gran parte de luz puesta como yo quería, la música y la pantalla grande enfrente. Entonces sí, me dije, “esto es la película”.
—¿Podés llegar a tener una mirada crítica en ese momento?
—Muy difícil, estás en pleno romance. Estás revolcándote con ella en ese momento. Te pasa como con tu pareja que cuando estás en medio del revolcón no pensás mucho, estás ahí revolcándote.
—La crítica fue dura con “Vidas privadas”. ¿Cómo te preparás esta vez?
—Me interesa la crítica, pero es algo que si no me paralizó hasta ahora... Me interesa saber cómo miró alguien algo que hice, sobre todo si el tipo se sentó a ver de verdad. Quiero decir, las miradas livianas las paso de largo. Además me gusta la crítica, estoy escribiendo algunas cosas porque a mí también me gusta observar las cosas del mundo y escribir. Todo lo que está hecho con buena leche y rigor me gusta. A mí me molestan las notas sobre un disco o una película cuando empiezan a hablar de vos dentro de la Argentina y empiezan a hacer filosofía barata y explicar sobre qué sos o qué no sos... ¡Hablá de la película, loco! ¡Hablá de la historia, de la luz, del guión...! Pero hay gente piola, como en todos lados.
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