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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
Médicos motoqueros van a pueblos aislados
Integran la Fundación Pilotos Solidarios. Su creador buscó sumar voluntades en Rosario

María Laura Favarel / La Capital

Tenía la vida resuelta. Con 48 años y una buena posición económica, el médico Gerardo Solá se dedicaba al turismo aventura sobre una moto todoterreno. Pero un encuentro con un colega inglés dio un giro inesperado a su vida. El británico le sugirió aprovechar el vehículo y sus conocimientos científicos para asistir a comunidades aisladas. Lo pensó y desde hace tres años viaja todos los meses para llevar adelante ese fin. La iniciativa fue contagiosa y ya reunió a más de 500 personas. Así creó la Fundación Pilotos Solidarios, y cada mes atiende junto a 20 profesionales —todos motoqueros— a más de 10 comunidades olvidadas del país con el objetivo de evitar el desarraigo. Pero Solá va por más: estuvo en Rosario para presentar la iniciativa y sumar voluntades.

   En una amena charla con La Capital, el cirujano oncológico y director del banco de tejidos musculoesqueléticos del Hospital Británico de Buenos Aires relató su experiencia. “Me dicen que estoy loco y tienen razón”, dijo sonriente y recordó cómo se decidió a dedicar cuatro días por mes a asistir a los pobladores de comunidades aisladas de Santiago del Estero, Salta y Jujuy.

   “Durante un año viajé como turista todos los fines de semana en una moto recorriendo la mesopotamia”, indicó. En una de esas travesías se encontró con Simon Milward, un inglés que integra la agrupación Médicos Sin Fronteras. El hombre también viajaba en una moto enseñando el uso de vehículos todo terreno a agentes sanitarios en Africa y en Indonesia.

   Simón detectó talento en Solá y le planteó la posibilidad de dedicarse a llevar salud a las comunidades más olvidadas de Argentina. “Me dejó perplejo”, reconoció el cirujano. “Me convencí de que era algo que quería hacer en esta etapa de la vida en la que mis hijos ya no tienen ni hambre ni frío”, explicó el médico, que está divorciado y tiene tres hijos en Capital Federal. “Era el momento de devolver parte de la riqueza que me dio la profesión y decidí aceptar esta misión”, acotó.



En acción. Solá se puso en acción y se fue a entrenar durante un mes a Indonesia, en la organización de Flotillas Todoterreno para Ayuda Humanitaria. Ahora viaja 16 horas a Santiago del Estero una vez por mes para luego calzar la “todoterreno” e hincarla en caminos sin huellas para asistir a las comunidades.

   En cada travesía lo acompañan más de 20 profesionales entre arquitectos, ingenieros, químicos, sociólogos, psicólogos, veterinarios, médicos y estudiantes norteamericanos. “El objetivo final, que lo verán las próximas generaciones, es evitar el desarraigo, enseñarles a aprovechar los recursos que poseen para impedir que sigan emigrando”, explicó. Entre los conceptos básicos, el médico les enseña a las comunidades a captar el agua de lluvia, prevenir el chagas y desintoxicar el agua de arsénico.

   “Nuestra obligación es mostrarles cuáles son los alimentos que les da la naturaleza para que puedan disfrutarlos”. Por eso no llevan ni ropa ni alimentos. Cuando los médicos van al monte comen lo que los pobladores preparan y utilizan los recursos de la naturaleza.


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