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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
El caballo de Troya

“Es difícil obtener cambios haciendo siempre lo mismo”. El científico que lo dijo evidentemente razón tenía. Pero para los argentinos esto parece no comprenderse o lo que es peor entenderlo, pero hacer lo contrario es una regla que trágicamente nos persigue desde nuestros albores. Que la población en Santa Fe quería un cambio es evidente después de 24 años. Se nota un cansancio, siempre el mismo color de partido, siempre los peronistas, con ley de lemas y sin ley de lemas, con peronchos puros y con otros no tanto. Con inundadores y la inseguridad. Periodistas de la capital provincial y de Rosario se ocuparon en forma extensa en los últimos meses de destacar todos estos fallos y otros más del gobierno provincial. La población fue a las urnas convencida del cambio, era necesario para la provincia, de nada sirvió que los números dieran bien, de nada sirvió el tren bala, de nada sirvió la autovía de la ruta 19, de nada sirvió la autovía Rosario-Rafaela. Lo histórico tampoco se analizó pues el Frente Progresista fue integrante de la Alianza delarruista, también aceptó la participación de socios ligados a los golpes militares, caso del PDP. Tan evidente es que nada servía ya, que tampoco impactó el anuncio del presidente sobre la construcción del puente Santo Tomé-Santa Fe. Había que cambiar, debíamos cambiar y se cambió, los dioses lo mandaron y al igual que los troyanos, abrimos las puertas e introdujimos un caballo. Después de los famosos gatos al grillé de los rosarinos, después de que las puertas de las poderosas fábricas de la fuerte industria sureña se reabrieran, después de que el boom de la soja estallara, después de que el gobierno central mandara al sur provincial cientos de miles de pesos en obras, después nos olvidamos... Qué lo parió, ¿no habremos metido el caballo de Troya en nuestra querida provincia? Por lo menos como troyanos, perdón digo como santasfesinos, salvemos a Elena, perdón digo a Cristina en las presidenciales que se avecinan, no sea cosa que nos olvidemos...

Juan F. Sequeira

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