Año CXXXVII Nº 49590
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Cartas de lectores
Policiales
Mundo digital



suplementos
Ovación
Señales
Economía
Escenario
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Ovación 02/09
Turismo 02/09
Mujer 02/09
Economía 02/09
Escenario 02/09
Señales 02/09
Educación 01/09
Estilo 01/09

contacto

servicios
Institucional


 domingo, 09 de septiembre de 2007  
En profundidad. Alan Clutterbuck preside la Fundación Red de Acción Política, una escuela de dirigentes
“Hay una nueva generación política que no carga con la mochila del pasado”

Walter Palena / La Capital

“Los partidos políticos se han transformado en licencias legales para presentar candidatos y perdieron el rol de formadores de dirigentes”, sostiene Alan Clutterbuck, presidente de la Fundación Red de Acción Política, para explicar las razones de la escasa renovación que exhiben las fuerzas tradicionales.

   Clutterbuck estuvo en Rosario para disertar en la Fundación Libertad sobre el origen y acción de la organización que preside. “Es un lugar apartidario desde donde colaboramos para formar una mejor calidad de dirigencia política”, dijo en una entrevista a La Capital.

   —¿Cuál es la función del organismo que dirige?

   —Es un ámbito plural, un lugar apartidario, que ayuda a formar una mejor calidad de dirigencia. De alguna manera estamos complementando el vacío que han dejado los partidos políticos, que se han transformado en licencias legales para presentar candidatos y han perdido el rol de formación de dirigentes. A muchos de nosotros nos pasó que cuando quisimos entrar a algún partido sin ambición de poder no encontramos espacios. Eso genera frustración, y frente a una crisis profunda como fue la de 2002, la vocación de muchos era esa.

   —Desde esa fecha, ¿el reclamo de la sociedad sigue siendo el mismo o cambió?

   —Las preocupaciones de la sociedad siguen estando vigente. Lo que pasa es que hay temas relativos. En el 2002 había una enorme frustración porque, por lado, la crisis económica era fenomenal y se veía una falta de capacidad de la dirigencia para dar respuesta. Entre la suma del vacío político y la sensación de que no se estaba haciendo nada, la gente salió a la calle. Después viene un proceso de recuperación económica, se restablece la institución presidencial, pero quedan pendientes muchos temas. Tenemos un democracia electoral, mucho menos republicana. Hay un déficit enorme en la parte republicana y otro enorme en la parte federal. Hay una estructura de esquema de coparticipación donde cada vez es menor la masa de fondos coparticipables y cada vez son más las masas que dependen de la arbitrariedad del gobierno de turno.

   —Ese esquema no es antojadizo, responde a una lógica de poder.

   —Seguro. Pero también la gente está dispuesta a ponerle algunos límites. Ya empezamos a ver que la sociedad está dispuesta a avalar recambios y cosas nuevas, como en Tierra del Fuego y en Santa Fe. Lo mismo sucedió en Capital Federal. Hay liderazgos que empiezan a surgir.

   —Esos liderazgos, cuando se proyectan, ¿no chocan con el aparato clientelar del PJ, sobre todo en Buenos Aires?

   —Pero tienen que ser capaces de demostrarle a la sociedad que eso es un problema y hay que construir propuestas alternativas. Hay distritos donde sí hubo cambios, por ejemplo en Morón, donde antes estaba Juan Carlos Rousselot y hoy está Martín Sabattella.

   —¿Cómo penetrar con mensajes republicanos en feudos donde reina la dádiva y el clientelismo?

   —Eso es lo que tendrán que pensar los políticos que construyen alternativas. Nada es imposible. Miremos el caso de México, donde el PRI tenía un fenomenal aparato clientelar. Del otro lado de la vereda tenés una oposición fragmentada, incapaz de articular un mensaje y una propuesta que a la sociedad la mueva.

   —También hay cierta ansiedad para que la oposición se junte y luego esas alianzas resultan fallidas.

   —Después del voto a la Alianza lo que la sociedad privilegia es la gobernabilidad. Eso en el voto se empieza a ver. Tiene que haber cuadros y dirigentes preparados para cuando les toque el turno de gobernar, cuando la gente decide cambiar. Pero la sociedad se siente más cómoda en el lugar de tirar tomates antes que en el de arremangarse y tratar de hacer algo.

   —De a poco se va asociando la palabra gestión con política. ¿Hasta dónde talla lo ideológico?

   —Van solapadas. ideologías hay siempre en todo, lo que sí es que se ha producido un corrimiento más al centro ideológico, donde ahí prima la capacidad de implementar y desarrollar bienes públicos a una sociedad. La ideología se ve en qué se prioriza con el presupuesto. Pero desde cualquier cargo uno debe estar preparado para gestionarlo desde su ideología, sea de centroizquierda o centroderecha. La gente ya no se empieza a quedar sólo con discursos, sino que está buscando dirigentes capacitados para instrumentar planes de acción.

   —¿Hasta dónde prende en la sociedad el dilema que plantea el gobierno entre los setenta y los noventa?

   —Es obvio que de la historia se tiene que aprender, tanto lo bueno como lo malo, pero hay una nueva generación de políticos que no carga mochilas del pasado; no vivió eso de “matar o morir” por una disputa de poder, ni esos antagonismos tan drásticos que tuvimos en el país, y tiene una vocación de ser más abierta, articular con otros sectores, otros partidos. Yo soy muy optimista con esa nueva generación volcada a la política que lentamente empieza a ocupar espacios de poder.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados