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 domingo, 09 de septiembre de 2007  
China crece y asusta a los trabajadores de Occidente
Mitos y verdades sobre la pérdida de empleos debido a la expansión económica del gigante asiático

París . — El argumento de que China está quitando empleos a Occidente no tiene sentido para Jean-Louis Desjoyaux. Después de todo, se encuentra atareadísimo atendiendo los pedidos de chinos acaudalados para sus piscinas de fabricación francesa. Sus 210 empleados en Francia tienen 800 pedidos de piscinas de clientes chinos y las ventas han aumentado un 90%. Desjoyaux abrió en mayo su primera sucursal en Pekín y espera que China rivalice con toda Europa como mercado en el término de una década, con la compra de 10.000 de sus piscinas por año. “No puedo creer estar viendo nuestro nombre en un comercio en Pekín”, se entusiasmó.

   La imagen de flamantes millonarios chinos disfrutando de piletas fabricadas en la ciudad francesa de Saint-Etienne contradice la creencia de que China constituye una amenaza para los trabajadores occidentales y que casi todo podría llevar la etiqueta “Made in China”.

   El temor a China procede en gran medida de su notable crecimiento. Este año, por primera vez, el gigante asiático será el mayor contribuyente al crecimiento económico mundial.

   Otros en cambio creen que dichos avances son recordatorios de que China está dejando sin empleo a trabajadores occidentales y contaminando el ambiente mientras inunda el mundo de productos baratos fabricados con mano de obra también barata. Recientes temores sobre alimentos tóxicos y juguetes peligrosos para los niños han perjudicado su imagen.



La otra cara. Sin embargo prominentes economistas, directores de empresas, expertos independientes y aun algunos líderes sindicales sugieren que la situación china tiene otra cara que suele pasarse por alto en medio de la alarma por el surgimiento chino. Aunque es un exportador masivo, China también importa a lo grande, creando un mercado creciente para las empresas occidentales. Y, pese a que aumentan las preocupaciones por la calidad de sus productos, los artículos chinos de bajo precio pueden facilitar la vida a los consumidores en el exterior.

   Durante generaciones, los empresarios occidentales soñaban con la incontable riqueza que la numerosa población china prometía. Pero asimismo, durante generaciones, la pobreza china y el comunismo xenófobo de Mao Zedong echaron esos sueños por la borda. Uno de los motivos por el que Gran Bretaña libró guerras con China a comienzos del siglo XIX fue para obligarla a comprar opio, debido a que los chinos no estaban interesados prácticamente en nada de lo que Occidente les podía ofrecer. “No asigno valor a los objetos extraños o ingeniosos, y no necesito usar los productos de su país”, le escribió el emperador Qian Long al rey George III de Gran Bretaña en 1793.

   Actualmente, China está comprando de todo a Occidente, desde níquel hasta tecnología de aviación, pasando por relojes de oro fabricados por encargo por Louis Vuitton a 200.000 dólares. El país asiático es el tercer importador del mundo, detrás de Alemania y Estados Unidos.



Migración y mercado. La migración masiva de los agricultores chinos a las ciudades también está creando un prometedor mercado para firmas occidentales que suministran las bases de la infraestructura urbana: cemento, trenes, redes telefónicas, plantas de electricidad y de tratamiento de agua. Unos 21 millones de chinos reciben ahora agua tratada en plantas con la dirección o tecnología de Veolia, de Francia. “Por cierto, para algunos sectores la competencia de China va a ser terrible. Pero para otros, el mercado chino resultará fantástico”, dijo el director Antoine Frerot. “No se puede objetar que los chinos no quieran más ser pobres”.

   China ha sobrepasado a Japón para convertirse en el segundo mercado mundial de vehículos detrás de Estados Unidos. Rolls-Royce agregó este año 50 trabajadores a su planta de montaje en Goodwood, Gran Bretaña, en gran medida para satisfacer la demanda de China, su mercado de mayor crecimiento. Bentley dice que sus ventas a China se duplicaron y toda su fabricación tiene lugar en la ciudad inglesa de Crewe.

   Firmas más pequeñas también están progresando en la penetración en un mercado que durante mucho tiempo no cumplió sus promesas. Deschamps de Francia suministra mástiles para los Juegos Olímpicos de Pekín y tiene una nueva fábrica en el este de China. La cadena francesa La Boite a Pizza abrirá su tercer local en Shangai.

   Es la velocidad del crecimiento chino lo que preocupa a muchos en Occidente. El crecimiento chino ha superado al de Gran Bretaña durante la Revolución Industrial y al de Estados Unidos en los 1800.

   Uno de los sitios donde más se sintió el impacto es en las industrias de productos que los chinos fabrican a menor costo, como los 169 empleados —casi todos mujeres— despedidos de la fábrica de trajes de baño Arena en Francia. La fábrica cerró en marzo y la producción pasó a China y Túnez. La tradicional casa de modas británica Burberry y la fabricante de golosinas estadounidense Hershey Co. se sumaron al desfile de firmas que cerraron fábricas en Occidente y pasaron parte de su producción a China. “Se están tragando todo. Todas las profesiones. No es sólo ropa. Eso nos preocupa”, dijo Francisca Bouquey, que trabajó en la fábrica 35 años.

   Líderes laborales dicen que las condiciones de trabajo se han visto deterioradas por la competencia con los chinos, generalmente poco protegidos y mal pagos. Unos 465 millones de chinos todavía viven con menos de dos dólares diarios.

   Pero estudios sugieren que la pérdida de empleos no es tan grave como creen muchos. El Congreso estadounidense dijo que, según las cifras de 2004-2005, apenas de 12.000 a 20.000 trabajadores del país —en comparación con una fuerza laboral de 149 millones— pierden empleos debido a que sus trabajos son transferidos al exterior.
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