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 domingo, 09 de septiembre de 2007  
Lenguaje
Primeros pasos y palabras

Los niños pequeños comienzan a comunicarse mediante el balbuceo o lenguaje reflejo (ta-ta da-da ne-ne) alrededor de los 9 meses. Al año de vida, aproximadamente, el niño comienza con las primeras palabras (mamá y papá) con sentido referencial (lenguaje simbólico), referido a las personas correspondientes. El médico y discípulo de Freud, René Spitz, junto a Anne Anzieau, postularon que la adquisición del habla depende de la incorporación de la marcha. El niño por propia iniciativa se aleja de la madre y el espacio físico creado entre él y ella le permitirá la palabra.

Cuando el bebé domina la posibilidad de deambular, pondrá entre él y su madre una distancia que la inducirá a una mayor comunicación por medio de la palabra, y de ambos, por el gesto y la mirada más que por el contacto corporal.

La pediatra Emmi Pickler afirma que la competencia del niño pequeño es una actitud que se expande al máximo de sus posibilidades, tanto gracias a la atención y a las respuestas adecuadas que aportan los adultos como a las condiciones del medio ambiente. “Que la iniciativa provenga del niño, que la ejecución del acto sea autónoma y que el mismo sea eficaz, son los elementos más importantes del comportamiento competente. El establecimiento activo de las relaciones con el adulto, el movimiento, la manipulación comenzada y continuada por sí mismo son, al mismo tiempo, consecuencias e instrumentos del desarrollo de su personalidad” (Emmi Pickler, 1969).

Motricidad y psiquismo conforman parte indisociables de la evolución psicomotora del niño. A partir del movimiento el pequeño establece una relación con el medio que lo rodea, construye su propia conducta y expresa sus potencialidades subjetivas. Por todo esto es muy importante permitirle al niño que transite por todas las posiciones intermedias anteriores a la bipedestación, para que cuando se sienta seguro pueda adquirir la marcha independiente y ampliar la exploración del medio enriqueciendo sus experiencias sensoriales, perceptuales y motoras.

Con la marcha el niño explora y siente la necesidad de dar nombre a las cosas lo que incrementa su vocabulario y amplía el universo simbólico.

Carolina Sdrigotti

Fonoaudióloga

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