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domingo,
09 de
septiembre de
2007 |
Ingreso racional a Medicina
Los recientes conflictos en la elección de un nuevo rector en la UNR son el aspecto visible de un complejo proceso de deterioro institucional promovido por las políticas neoconservadoras. La ley 24.521 de educación superior caracterizó a ésta como un servicio y no, como un derecho. Un presupuesto diez veces menor al de otras grandes universidades latinoamericanas agrega un elemento estructural que hace más compleja tal situación involutiva. Probablemente el escaso prestigio de que aún goza la Universidad se siga sosteniendo bajo la mera forma de práctica cotidiana en amplias franjas de la comunidad académica, más allá de posiciones políticas o de desencantos frente a ellas. En este contexto se inscribe el deterioro progresivo de la Facultad de Ciencias Médicas y dentro del mismo, el reciente sistema aprobado de ingreso irrestricto. Nos opusimos a la Instancia de Confrontación Vocacional porque su único papel era limitar el ingreso a la Carrera de Medicina sin nivelar ni dar herramientas y ayuda a los estudiantes. Discrecionalidad e improvisación fueron los términos utilizados para caracterizar la anterior gestión. Ante la ausencia de una política nacional sobre este tema (y tantos otros) la falsa disyuntiva “ingreso restricto o irrestricto” suena, como mínimo, grotesca en una carrera con las características de la nuestra. Lo peor de la reciente decisión de ingreso irrestricto en Medicina es la forma en que se concretó: esto es, sin una discusión amplia y sin búsqueda de consenso. Es decir, se actuó discrecionalmente y se improvisa con un futuro curso preparatorio de lineamientos difusos.
Juan Carlos Piola
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