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sábado,
08 de
septiembre de
2007 |
Una derrota que dejó sin palabras
La derrota increíble de anoche en el Florencio Sola dejó sin palabra a los canallas. Fue la primera vez desde que Carlos Ischia es el conductor de Central, que ni el cuerpo técnico ni los jugadores enfrentaron los micrófonos luego de un partido. El traspié ante el Taladro fue demasiado tormento y nadie abrió la boca. Es que la primera victoria del torneo estaba en el puño, pero como el presente parece estar ensañado con los auriazules todo se derrumbó y se esfumó hasta el empate.
El vestuario fue dominado por un malestar insoportable. Nadie podía creer lo que ocurrió en el final. Esta vez la historia pintaba con un cierre feliz, pero el destino volvió a elegir un epílogo de terror y el desconsuelo se instaló en toda la delegación auriazul.
Los jugadores dejaron el estadio de Banfield masticando bronca. Esta vez ni siquiera se detuvo el DT Carlos Ischia, que a excepción de anoche siempre dio la cara con la prensa para explicar las derrotas. Claro que ninguna caída había sido tan “inexplicable” como esta y por ello tal vez se esfumaron las palabras.
Los jugadores también optaron por el silencio, en una decisión consensuada y respetada a rajatabla por cada integrante del plantel.
Tal vez entendieron que hablar en caliente no era lo más aconsejable y por ello habrá contacto con la prensa cuando bajen las pulsaciones y asome el nuevo objetivo de la recuperación futbolística (el martes frente a Gimnasia de Jujuy en el Gigante de Arroyito).
Central estuvo a punto de romper el maleficio que lo agobia y lo atormenta en este Apertura: no poder ganar. Y luego de siete presentaciones el karma lo sigue acompañando. La mochila es cada vez más pesada. Hay consuelo: siempre que llovió paró.
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