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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
“Es preferible una década infame a una ensangrentada”
Walter Palena / La Capital
Se podría definir como un tratado pasional el libro “Kirchner & Yo, por qué no soy kirchnerista”, escrito por Fernando Iglesias y presentado el jueves pasado en Rosario. Desde sus entrañas no sale ninguna flor; es un vómito entero que abarca casi 300 páginas de ataque medular, dosificado con datos y citas, a la cultura política de K, a quien Iglesias no usa eufemismo alguno para graficar cuánto lo detesta.
El escritor y periodista porteño, ahora candidato a diputado por la Coalición Cívica de Lilita Carrió, califica al PJ de “Partido de Judas” por cómo se traicionan, dice que no todo lo que sucedió en los noventa tiene que ir al basurero y hace una feroz crítica de los setenta. “Siempre es preferible una década infame a una década ensangrentada”, afirma Iglesias. Esta es una de las tantas frases polémicas que soltó en una extensa entrevista con La Capital.
—Usted dice que tuvo sus 100 días de encantamiento con Kirchner. ¿El libro es, entonces, el fruto del desencanto?
—Me pasó lo que a casi todos los argentinos. En los primeros 100 días de gobierno, Kirchner tomó tres o cuatro medidas que nos hicieron ver las cosas con un cierto grado de esperanza. Yo lo consideraba el delfín de Duhalde, pero cuando llegó y derogó la obediencia debida y punto final, descabezó la Corte menemista y una parte de la policía de Buenos Aires y anunció que se venía la redistribución de la riqueza, el país en serio y la nueva política, abrí una cierta expectativa, que ha sido ampliamente defraudada. Me parece que este es un momento en que toda la sociedad argentina empieza a comprobar que este programa era una simple declamación destinada a acumular poder y nada más.
—¿Por qué sostiene que el tema de derechos humanos es, para Kirchner, sólo una cuestión publicitaria?
—Las máscaras suelen caerse de a poco. Pero en el tema derechos humanos, el acto de la Esma fue un punto de quiebre. Primero criticar a la democracia por no hacerse cargo de los crímenes me pareció injusto con Alfonsín, que merece muchas críticas, pero fue el presidente que hizo el histórico Juicio a las Juntas. Además, me pareció que caía en uno de los peores hábitos de las organizaciones de derechos humanos, que en el caso de Madres es comprensible, pero que en el caso de Kirchner no, que es transformar a las víctimas indiscriminadamente en héroes. Los mártires no son héroes, y las víctimas del genocidio, en muchos casos, eran criminales que merecían ser juzgados por una corte constitucional y democrática pero no que les levantaran una estatua.
—No se prende en el dilema setentismo versus noventismo.
—La gente ya se ha cansado de esa alternativa. Pero si tengo que elegir, no tengo ninguna duda: elijo los 90, porque siempre es mejor una década infame a una década ensangrentada.
—Describe al presidente como manipulador de una sociedad que no se hace cargo de sus errores. ¿Cuál es la explicación?
—Kirchner es extremadamente hábil en percibir lo que el argentino medio quiere que le digan. Toda sociedad frustrada, como es la argentina, quiere que le digan que no tiene culpas en la desgracia que la afecta. Kirchner repite siempre “el país que los argentinos nos merecemos”, como si el país que tenemos lo hubieran hecho los japoneses. O “las cosas que nos pasaron a los argentinos”, como si nos hubiera agarrado la granizada. Esta explotación de Kirchner es muy terrible, porque la única forma de mejorar es la autocrítica. Nunca vamos a avanzar si no dejamos de poner las culpas en los de afuera, porque la clase política es representativa de la sociedad y de un modo de ser argentino.
—¿Cristina Fernández le puede dar al país ese salto institucional que tanto se reclama?
—La candidatura de Cristina es más de lo mismo, pero cada vez peor, como fue el menemismo en la segunda fase. Pero no está dicho que los argentinos la convalidemos como presidenta. Si lo hacemos, se va a verificar esa frase del presidente: “Los argentinos estamos construyendo el país que nos merecemos”. Yo tengo la esperanza de que Cristina no gane y que ese país que nos merecemos sea mejor de lo que es hoy.
—Pero Cristina tiene dos cosas a favor: el caudal de votos de la provincia de Buenos Aires y el sistema electoral.
—Es muy curioso que un gobierno tan crítico del menemismo le deba, sin embargo, tantas cosas al propio Menem. Además de los fondos de Santa Cruz, con los que Kirchner construyó su fortuna política, le debe además un sistema institucional para garantizar la reelección indefinida. También el no haber modificado la ley electoral, haber hablado todo el tiempo de la nueva política, pero aliarse con todos los menemistas y duhaldistas que había a mano. Todo esto, más el ballottage trucho, define muy claramente el grado de continuidad entre el kirchnerismo y el menemismo.
—¿Por qué califica al PJ como el “Partido de Judas”?
—Lo característico de Judas fue abjurar y entregar a la muerte a quien era su aliado. Esa traición es la que ejerció en su momento Duhalde sobre Menem, y Kirchner sobre Duhalde. Es una asociación basada en el método de Judas, que es apuñalar por la espalda al amigo del día anterior. Y creo que la postulación de Cristina se relaciona muy directamente con esto: es un intento de quien usufructuó el método apuñalando a Duhalde, quien fue el que lo llevó a la Presidencia, y de evitar que le haga lo mismo un hipotético aliado, por ejemplo Scioli, poniendo en el medio a Cristina.
—Sin embargo, el kirchnerismo se caracteriza por la ausencia de simbología tradicional peronista, salvo alguna mención a Evita.
—Porque el kirchnerismo es un peronismo no peronista y un montonerismo no montonero. Es un peronismo que tiene vergüenza de serlo y que tiene miedo de sacrificar sus electores de clase media mencionando su ligazón con el peronismo de la primera hora, en muchos casos con buenas razones. A mí me gustaría que en vez de copiar los peores hábitos antirrepublicanos del peronismo, imitaran la pasión de Evita por la justicia social. Si algo hizo bien el peronismo fue la enorme redistribución de la riqueza, cosa que Kirchner no hizo, porque en la Argentina de hoy hay más pobres y desocupados que en cualquier momento de la década del 90.
—Decir que todo lo del noventa no merece ir al basurero es políticamente incorrecto.
—Se ha establecido un sentido común kirchneristamente correcto que es falso. A mí me parece que Menem hizo suficientes cosas malas, pero también hubo hechos positivos, como abrir el país al mundo. Pero como Menem hizo esto, ahora hay que hacer todo lo contrario: un país cerrado, xenófobo y paranoico. No entendimos nada.
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