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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
El fútbol puede esperar
“Si Acro hubiera estado donde tenía que estar, no estaría muerto”. La sentencia, dura, salió de los labios de alguien apenas conocida la noticia de la muerte del barrabrava de River, acribillado de dos balazos en la cabeza el martes a la noche en Coghlan. Si Acro hubiera estado en la cárcel, que era donde debía estar, hoy su familia no estaría sufriendo su asesinato. Difícil de entender para los seres queridos, lógico. Un palo para la Justicia, que fiel a su morosidad, dejó correr el tiempo hasta que corriera sangre.
El viernes, tras el velatorio, la troupe de Rousseau les mostró a los periodistas que no estaba dispuesta a despojarse de la violencia. Un juez, el mismo que investiga la muerte de Acro, le sugirió al gobierno que suspendiera o postergara el partido entre River y Newell’s porque no estaban dadas las condiciones de seguridad.
Grondona, fiel a su estilo del “todo pasa”, ofreció pagar de su bolsillo, del de la AFA, 300 efectivos más y 120 adicionales de seguridad privada. El Ministerio del Interior le devolvió la pelota al juez y ayer decidió suspender el choque entre millonarios y leprosos que debía disputarse esta tarde. Un punto para el lado de la Justicia. Morosa y ejecutiva a la vez. Controvertida, como siempre.
Perdón Marini, disculpen los muchachos de Newell’s, pero si existe el mínimo atisbo de violencia no se debe jugar. El fútbol puede esperar. El partido no debía jugarse. Y no se juega. Porque la vida no se dirime de arco a arco.
Si la sociedad está enferma, de hecho lo está, no es el fútbol el encargado de curarla.
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