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 domingo, 12 de agosto de 2007  
Una maleta en el paraíso

Por Carlos Duclos / La Capital
La pluma hubiera caído muerta, el poeta habría quedado boquiabierto al ver este otro paraíso. El Gran Dante quedaría estupefacto al advertir que Beatriz ahora es Alberto y que él no es él, sino un gran manojo de argentinos que de la noche a la mañana pasaron del infierno a las puertas del paraíso, en una comedia que tiene bastante de tragedia y de divina casi nada.

Aclaremos esta introducción. Dante Alighieri, en la Divina Comedia, describe el infierno y el paraíso, por los que se pasea junto al gran poeta Virgilio, entre las llamas de los diablos, y de la mano de su amada Beatriz en el cielo. Ella le muestra los diversos niveles del plano celestial y cuando arriban al cielo empíreo, donde se encuentra la gran rosa eterna, Beatriz le dice: “Hemos salido fuera del mayor cuerpo, al cielo que es luz pura: luz intelectual, plena de amor; amor de verdadero bien, lleno de dicha; dicha que trasciende toda dulzura...”. Lo que ve Dante es asombroso: pura luz, formas bellísimas y felicidad absoluta y perenne de los espíritus que allí se encuentran.

Esta idea del paraíso que legó a la humanidad el gran poeta italiano nada tiene que ver con esa otra que dejó hace pocos días el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien en una pieza oratoria breve, y de ningún modo comparable al verso florentino, anunció a los argentinos, en la apertura del Consejo de las Américas, que “con Kirchner quedamos en la puerta del paraíso".

Y ahora sí recomencemos: “La pluma hubiera caído muerta, el poeta de Florencia habría quedado boquiabierto”. Es que en estas puertas, hay algunas cosas que de luz tienen poco y nada y de felicidad eterna menos.

Cositas en las puertas.Ni bien llegara a la entrada de este cielo argentino, Dante se encontraría con una sospechosa maleta con 800.000 dólares, pasadas por la Aduana de la mano de un empresario “bolivariano” allegado a Chávez, a quien acompañaban funcionarios argentinos en un vuelo privado pagado por el gobierno. Sin tiempo para respirar observaría a un juez (Tiscornia) suspendido y sometido a juicio político por supuestas coimas; pero al mismo tiempo, advertiría que tal juicio siguió a una investigación del magistrado que terminó en indagatoria para una ministra por presunto contrabando de armas.

En las puertas de este paraíso un cartel llamaría la atención del poeta: “Bienvenido a Skanska”; y aun cuando no entendiera bien de que se trata, supondría, por las caras, que seguro de nada bueno. En las puertas de este paraíso advertiría otras cosas: una bolsa con plata en el baño de una ministra, echada; un Indec intervenido donde los técnicos en estadísticas fueron reemplazados por hacedores de caricaturas; unos ganaderos peleándose con el gobierno y algunos grupos de gente, más o menos numerosos, con caras cubiertas y garrotes en la mano, bloqueando la circulación y generando no pocos problemas a otros sectores de la sociedad mientras las autoridades, sin mosquearse ni mucho menos, poca importancia le dan.

Pero esto no sería todo, ni siquiera tales bagajes en las puertas de este paraíso podría calificarse como lo más importante, pues Dante advertiría otras: la secretaria de Medio Ambiente llamada a indagatoria por malversación de fondos y haber acomodado en el área a amigos y familiares; una grotesca y simulada ocupación con salarios indignos para la honra del “ser humano”; una desocupación no disimulada a pesar del esfuerzo del discurso; una inflación que preocupa, y si tuviera ganas de comer un simple puré, Dante tendría que pagar las papas tres pesos el kilo.

El florentino vería que cada año mueren, a manos de delincuentes y las más de las veces luego de un robo, no menos de 4.000 personas.

A la hora de votar.
No es casual que en diversas provincias la gente no quiera saber nada con este paraíso. Tierra del Fuego, Capital Federal y Misiones son un ejemplo. Este modelo paradisíaco atenta contra el triunfo del Frente para la Victoria en varias provincias. El ciudadano común comienza a pensar en otras alternativas a los paraísos oficiales.

El lector podrá preguntar: ¿pero qué tienen que ver los candidatos oficialistas de las provincias con el paraíso nacional? Y... bastante. Primero por aquello de: “Dime con quien andas y te diré como piensas”, y después porque en algunas provincias, al mejor estilo del dedo de Dios usado en el edén nacional, muchos candidatos que integran las listas fueron elegidos así, mediante el señalamiento divino. Y esto no sólo que fastidia a algunos ciudadanos, sino que llena de enojo a algunos allegados al Frente para la Victoria, a quienes se los ve sin ganas de trabajar por el éxito. ¿Será porque los elegidos no son de lo mejor? Todas estas cosas, sumadas a un tratamiento poco feliz del discurso oficialista tiene un costo alto.

Encuestas esquivas.
Hace unos 15 días, un analista político, empresario y buen conocedor de la realidad dijo: “La cosa no anda bien a nivel nacional”. Y hace pocas horas, el pronóstico parece haber quedado confirmado en los números hechos por un organismo de cuya eficacia no puede dudarse: la candidata ha bajado varios puntos.

A favor del gobierno, desde luego, la suerte. Suerte que en la vereda de enfrente tiene una oposición que no alcanza a comprender que en la Argentina no sólo se gana con talento y honestidad. Hace falta algo más, ese algo del que carece el discurso opositor. Una oposición que se debate entre Lilita Carrió y Roberto Lavagna (porque López Murphy es un espectro) y que —repárese en esto— lo que a uno le falta a otro le sobra. Ella llena de fogosidad y denuncia, él vacío de discurso encendido y lleno de técnica. “Lavagna sería un excelente candidato para Finlandia”, dijo alguien, y razón no le falta. Pero esto es Argentina.

Quienes no gusten de las bondades de este paraíso, “parece” que tendrán que aguardar cuatro años, cuando otras sean las propuestas opositoras (tal vez Macri, tal vez, Binner, a quien muchos lo dan ya ganador en Santa Fe). Mientras tanto, está este Paraíso. Aunque en él haya algunas maletas llenas de circunstancias poco felices para muchos argentinos y “el amor de verdadero bien”, del Dante, esté muy lejos.


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