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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
En foco. La polémica de La Rural
El cortocircuito generado entre los ganaderos y el gobierno luego de la encendida crítica del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, a la política económica de Néstor Kirchner, puso en riesgo la recomposición que las entidades y el Ejecutivo nacional venían ensayando desde la asunción de Javier de Urquiza como secretario de Agricultura.
Después de más de tres años de conflicto, un nuevo clima de diálogo había permitido alguna mejora en el esquema de compensaciones al sector por los controles de precios, la paulatina liberación de valores en el mercado de Liniers, cierta apertura de la canilla exportadora y, en las vísperas de la fatídica inauguración de la exposición de Palermo, la promesa de un nuevo sistema de compensación al sector ganadero.
“A la inflación hay que combatirla y no esconderla”, dijo Miguens azuzado por una tribuna refractaria a la política oficial y que otrora metía miedo a los presidentes, por las propias elecciones internas de la entidad y por un malestar de parte de los empresarios agropecuarios contra el gobierno, originado en razones políticas, económicas e ideológicas.
Quizás también por la tentación de enviar señales a la estrella de la oposición, el electo jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. No le falta razón a la dirigencia agropecuaria cuando acusa a la administración K de haberlos convertido en el blanco casi exclusivo de la política antiinflacionaria. De hecho, los movimientos de precios de la carne en los últimos tiempos son moderados frente a los de otros productos provenientes de sectores tan o más concentrados.
Lo curioso es el dudoso momento elegido por el jefe de la Rural para expresar su diatriba antimodelo. A tal punto que terminó eyectando de la tribuna de Palermo al principal aliado en el gobierno, De Urquiza, quien fue catapultado prácticamente por las entidades a esa cartera. A Kirchner, que navega en aguas bravas de inflación, crisis energética, bolsas en el baño y valijas venezolanas, le dejó picando la posibilidad de confrontar con la “derecha liberal angurrienta” y “oligarquía vacuna”, que supo tener momentos más temibles.
Lo cierto es que el diálogo volvió unos pasos atrás, quizás por la necesidad de los dirigentes de esas organizaciones de responder al malhumor que, con todo derecho, tienen sus militantes pero que no siempre se expresa en las definiciones políticas de fondo.
Un repaso de los resultados de las elecciones primarias en el interior de Santa Fe, donde los candidatos identificados como kirchneristas supieron sacar diferencias, puede dar cuenta de cómo operan estas mediaciones entre el estado de ánimo y el voto. Así como hubo un voto-cuota en el 95, ¿habrá un voto-dólar alto en 2007?
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