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 sábado, 04 de agosto de 2007  
Viajeros del Tiempo

Guillermo Zinni / La Capital

Municiones que no sirven ni para simular. Cuando ya nos ufanábamos de poseer la más fuerte y homogénea escuadra militar de Sudamérica, un telegrama nos revela que, en realidad, estábamos expuestos a una hecatombe: “Ha quedado plenamente comprobado -dice esa información telegráfica- que las municiones de la escuadra son inservibles, por haber sido fabricadas por manos incompetentes y por procedimientos rutinarios. Tanto es así, que las maniobras de la flota tendrán que suspenderse, si no se quiere ofrecer el espectáculo de que los buques de guerra no sean ni simuladores siquiera de que puedan disparar un cañonazo”. Esta noticia nos estremece de indignación, y más si pensamos en el desastre que hubiera sido si nuestros buques, incapacitados para atacar y para defenderse, se hubieran enfrentado a adversarios que con muy poco poder los hubiera hundidos, llevándose con ellos la cuantiosa fortuna que costaron y los afanes y esperanzas de todo el país. Urge reparar tamaña irregularidad. La confianza pública no quedará restaurada hasta que no se dilucide completamente este desgraciado asunto y se dé el castigo inexorable que merecen los culpables.

Asalto al tren. La audaz tentativa de asalto a un tren en las inmediaciones de nuestra ciudad viene a afirmar una vez más la falta de vigilancia y la inseguridad en que las empresas ferroviarias dejan a los viajeros. La continua llegada al país de miles de individuos cuyos antecedentes se desconocen favorece la realización de planes siniestros por parte de elementos familiarizados con la delincuencia, y por eso el servicio ferroviario debe velar por los intereses de los pasajeros. Sólo así se puede explicar que puedan producirse hechos como el aludido a las puertas mismas de una ciudad como Rosario y en una zona nutrida de población.

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