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 sábado, 04 de agosto de 2007  
Clorindo Testa
El arte de la inspiración
El genial creador del ex Banco de Londres y la Biblioteca Nacional estuvo en Rosario invitado por Estilo. "Soy uno que siempre está empezando", aseguró a los 84 años

Aníbal Fucaraccio (arquitecto)

Los anteojos sobre la frente son su inconfundible sello. Representan la inalterable cenefa de su arte y su inspiración. También conforman el primer eslabón de la inagotable industria que abastece a su creatividad. Es que a través de la observación, de su sensible mirada, Clorindo Testa ideó un mágico universo de inquietudes sin límites disciplinares que todavía mantiene, a pesar de la erosión del tiempo. Sus ochenta y cuatro años no son una mochila. Son iluminación, informalidad y complicidad. Por eso llegó a ser uno de los profesionales más salientes de la historia de la arquitectura latinoamericana.

Invitado por La Capital y bajo la coordinación del suplemento Estilo, Clorindo estuvo en Rosario y brindó la conferencia “Los caminos de la creatividad” en el auditorio de la Bolsa de Comercio, ante más de 300 asistentes que no dejaron de celebrar cada ocurrencia del genial artista nacido en Nápoles en 1923. Desacartonado, ingenioso y locuaz, el creador del Banco de Londres, la Biblioteca Nacional y el Auditorio de la Paz, recorrió su carrera y sus obras a través de imperdibles anécdotas.

Cada realización exhibida por este notable arquitecto, urbanista y artista plástico, tuvo su añoranza y su moraleja. Desde el capricho de su padre que lo llevó a nacer en Europa por romanticismo, de la peste que lo obligó a escapar de Italia entre pinturas burlonas, del aquel “chico de Esther” que ganó el concurso de la Gobernación y la Legislatura de La Pampa, de las “tres carabelas” en el patio de la Universidad Di Tella, hasta la consulta que recibió recientemente para cambiar los pisos del ex Banco de Londres: “Tiene que ser un color fuerte. Puede ser colorado”, apuntó.

Los asistentes a su charla pudieron disfrutar de su fascinante trayectoria a través de más de 80 >>> diapositivas que también le dieron lugar a la anécdota ya que el salón no contaba con proyector de diapositivas porque prácticamente es un sistema que está en desuso. Por eso hubo que recurrir a la asistencia del Túnel del Colegio de Arquitectos para poder disfrutar de las imágenes.

Testa brindó frases sugerentes y maravillosas. “No hay nada más definitivo que lo provisorio”, lanzó y provocó instantáneamente risas. “Siento que soy un artista que siempre está empezando”, apuntó a manera de definición de su trayectoria. Y también regaló una comparación muy original: “El arte es maravilloso. Fijate que cuando una persona observa un hermoso amanecer dice, mirá qué lindo, parece un cuadro... Ahora parece que la naturaleza imita al arte”.

Una de las curiosidades que dejó su paso por Rosario fue que la presentación se realizó en un edificio de Mario Roberto Alvarez, otro de los grandes arquitectos que tiene este país. “La verdad es que es muy lindo el edificio. Me gustó la entrada y cómo la plaza de enfrente se mete en la planta baja con una gran plataforma cubierta vacía. El auditorio era muy bueno y creo que la gente lo disfrutó”. Se notó que Clorindo estuvo a gusto en nuestra ciudad y la gente pudo recrearse con el aporte de un profesional que regaló su enorme caudal a través de una envidiable desenvoltura.

¿Todavía disfruta de las charlas que da en todo el país?

Por supuesto. Me aportan muchas cosas. Por mi edad a veces me resulta pesada la idea de viajar, pero una vez que estoy en el lugar, disfruto mucho del encuentro. Además, en Rosario noté una gran cantidad de jóvenes en la sala y eso es muy agradable. Se crea una relación muy especial.

–¿Se siente más artista o arquitecto?

–Soy las dos cosas. No sé qué es ser artista o arquitecto. No encuentro una distancia. Es lo mismo. Lo que me moviliza es la vocación por hacer cosas. A veces son pinturas y en otras ocasiones son proyectos para un edificio. Es lo mismo.

–¿Cree que su vocación artística lo llevó a la arquitectura?

–Yo de chico dibujaba todo el tiempo. Y la arquitectura fue algo que me fui enterando. Iba viendo edificios que me atrapaban sin saber bien quién los hizo. Descubrí que los arquitectos dibujaban, y con los dibujos descubrí una profesión que me interesaba.

–¿Por qué eligió arquitectura?

–Fue una cuestión que se fue dando, de casualidad. Primero había decidido ser ingeniero naval porque me gustaba hacer barcos, después ingeniero civil y más tarde arquitecto. Y lo que pocos saben es que al principio yo quería ser médico y mi padre me dijo que de ninguna manera me lo iba a permitir.

–¿Su espíritu de artista le otorgó mayor sensibilidad al momento de proyectar? ¿Ese es uno de los secretos de su éxito?

–No sé qué es el éxito. Yo me siento muy cómodo haciendo lo que hago. Además, siento que no es un trabajo. Es como cuando era chico y dibujaba. Nada cambió en mi interior.

–Se lo relaciona con Le Corbusier en su etapa de formación. ¿Reconoce esa influencia?

–Me interesaba mucho, sobre todo en los últimos años de la Facultad. Me acuerdo de que me llamaba mucho la atención la Unidad de Habitación de Marsella. Le Corbusier tenía una cosa tan clásica que me gustaba.

–¿Qué obra es la que lo representa mejor?

–Es muy difícil. No tengo preferencias. Hay obras que fueron más complicadas y otras más simples. Pero todas te representan igual. Podría nombrar el Banco de Londres, la Biblioteca Nacional, la casa Verde o la de Pinamar.

–¿Cómo ve el desarrollo de la arquitectura?

–La arquitectura va cambiando lentamente. Pero la casa romana es muy parecida a una casa de ahora. Hay algunos implementos que antes no había. Pero los cuartos para dormir son similares, los de Pompeya y los de la actualidad.

–¿Nota que existen ciclos que se repiten?

–Siempre hay un ida y vuelta permanente. Siempre se recurre al renacimiento y a la época romana. Es como un redondel. Probablemente, dentro de cien años vuelvan algunas cosas del arte cubista. Es inevitable.

–¿Advierte un norte claro dentro de la disciplina?

–Uno siempre sabe para dónde va. El instante en el que uno está es determinante y vale. No puede haber desorientación.

–¿Cuál deber ser el compromiso del profesional a la hora de proyectar?

–Lo fundamental es que sea una cosa simple, que sea fácil de hacer, que no sea una fantasía y que entienda la realidad de lo que se hace.

–¿Tiene que haber un mensaje detrás de una realización?

–Nunca se me ocurrió pensar a través de esa premisa. Yo hago lo que en ese momento tengo ganas de hacer y lo que me parece que está bien.

–¿Alguna vez se vio tentado de venderle al alma al diablo a lo largo de su trayectoria?

–Nunca ocurrió. Hasta ahora nunca nadie me propuso hacer algo que no me guste.

–¿Hay algo que nunca haría?

–No sé. Todavía no llegó el diablo (risas), pero andá a saber.

–¿Hay patrones comunes dentro de su obra?

–Si aparecen, no son buscados. Yo tengo mi forma de trabajar y de esa manera llego a las respuestas. Pero no sé cómo pueden trabajar otros. Además, no creo que sea necesario caer en patrones comunes.

–¿Qué significa el reconocimiento a esta altura de su extensa carrera?

–Es siempre agradable. No busco premios, ni reconocimientos. Pero es bueno sentirlos. Lo único que siempre busco ganar son los concursos.

–¿Se siente el arquitecto más importante del país?

–No se me ocurre pensar eso. Lo que advierto es que a mí me preguntan cosas. Y a Mario Roberto Alvarez le sucede lo mismo.

–¿Cómo forjó una relación tan buena con Alvarez teniendo en cuenta que la forma de trabajo de él es mucho más estructurada y organizada que la suya?

–Es que yo respeto mucho las cosas que hacen los otros. Alvarez tiene muy buenas obras y sé muy bien lo que hace. Tiene una trayectoria importante y muy larga como la mía. Por eso nos llevamos bien.

–¿Alcanza a disfrutar de otras maneras de hacer arquitectura?

–Por supuesto. También me gustan cuadros que tienen una temática y una manera de resolución que no son las mías. Percibo las cosas buenas que hacen los otros.

–¿Qué preocupaciones admite al momento de pensar arquitectura?

–Lo único que pasa por mi cabeza es tratar de resolver bien la obra. Reconozco que he cambiado con el paso de los años pero siempre tuve esa intención. Después, si el resultado es bueno o malo, esa es otra historia.

–¿Qué definición escribiría al lado de su nombre si tiene que armar un diccionario de arquitectura?

–Clorindo Testa: Uno que nunca empezó y siempre está empezando.
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Biblioteca del Palacio Legislatuvo de Santa Rosa, en La Pampa (2005)

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