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 domingo, 24 de junio de 2007  
Rossi cerró a toda orquesta una caravana por Rosario
El precandidato del Frente para la Victoria encabezó por la noche un acto en el sur de la ciudad

Carlos Vallejos / La Capital

Agustín Rossi pasó ayer una prueba que todo candidato (o pre, en este caso) peronista en campaña debe superar: salir bien parado del contacto directo con la gente. A una semana de las internas, el postulante a gobernador de la lista 58, Concertación Plural, del Frente para la Victoria, cerró anoche con un multitudinario acto en la zona sur una caravana proselitista que lo llevó por los barrios más populosos de Rosario.

Junto a su compañero de fórmula, Jorge Fernández, y los precandidatos a intendente, Héctor Sylvestre Begnis; a senador por Rosario, José Luis López, y a diputado, Federico Reutemann, Rossi hilvanó un recorrido por la ciudad al que sólo le faltó el centro. Desde el oeste al sur, pasando por el norte, recibió muestras de adhesión. En algunos tramos la columna de vehículos, al son de un grupo de mariachis, superó largamente la decena de cuadras. Los bolsillos de los candidatos fueron depositarios de las cartas de los vecinos.

"Es impresionante ver cómo la gente reconoce una propuesta sincera y elaborada. Nos reciben con afecto, porque saben que siempre escuchamos sus necesidades y proyectos", dijo Rossi en medio de saludos y gritos de "¡Eh Chivo, acá!".

El plato fuerte fue a la noche. Arrancó a las 18, cuando la caravana llegó al sur recóndito de la ciudad. En el corazón de un sufrido e inmenso complejo Fonavi, en Grandoli y Olegario Andrade, un escenario que cercenaba la avenida esperaba a los precandidatos a puro ritmo de cumbia.

Entre el olor de los choripanes, el anuncios de que tocarían Los Palmeras (el de "Bombón asesino"), a cargo del popular animador bailantero Tota Santillán, y la lectura de los gremios que adherían a lista, la gente, sobre todo humilde, se fue acercando. Cuando eran miles llegó el Chivo, caminado entre la multitud, pisando su propio rostro impreso en los volantes que tapizaban la calle y enfundado en una campera roja (como la que usaba el Lole en campaña). Cumplió todo el ritual: repartió besos, alzó a algún niño y fue secundado por un compacto grupo de bombistas.

Al escenario subieron todos. La fórmula y los precandidatos antes nombrados. No se cantó la marchita ni se vieron íconos de Perón o Evita (entre el público, solo una bandera con la cara de Che). Primero habló Sylvestre Begnis. Poco pero contundente. Fue al grano. Mencionó los "problemas que padece la gente que es ignorada por la Municipalidad" y se comprometió a que si llega a la Intendencia erradicará de la ciudad las zanjas y los basurales, y que llevará luz, agua y cloacas a donde hoy falta.

Rossi se tomó un par de segundos antes de comenzar su discurso. Miró a la multitud, escuchó que lo ovacionaban y su rostro reflejó satisfacción. Había ganado una batalla: sostuvo su precandidatura contra viento y marea y el acto de ayer pareció darle la razón.

Con ese espíritu empezó a hablar. Aludió a que su actitud evitó que haya un "candidato del dedo" y se vio obligado a "hacer política sin aparato pero de cara a la gente". "Si es por la logística, quizá estaríamos en desventaja", insistió.

Antes de recordar algunos de sus proyectos tiró otro estiletazo: "Un candidato es algo más que un afiche o un spot publicitario". Nunca lo mencionó, pero el nombre de su rival, Rafael Bielsa, estuvo presente.

Luego se refirió a uno de los problemas más acuciantes de hoy, el reclamo más persistente entre los ciudadanos: la inseguridad. Ratificó su propuesta de crear un Ministerio de Seguridad para frenar la situación.

También habló de producción y de redistribuir la riqueza que genera Santa Fe. Se expresó sobre el tren K del crecimiento y que "aún hay santafesinos en el anden". Pidió el voto para hacerlos pasajeros de ese convoy.

Hubo papelitos y fuegos artificiales. Después, Los Palmeras y el "Bombón asesino". Rossi, con su esposa, y Sylvestre, con un bombón que acompañaba al grupo bailantero, le siguieron el ritmo a la pegadiza canción. Al final fue una fiesta. La fiesta del Chivo.
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Tras el acto, el Chivo y su esposa bailaron al son de Los Palmeras.


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