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 domingo, 24 de junio de 2007  
Dueños y empleados de una fábrica golpeados en un robo

Con una brutalidad desmesurada para el escaso dinero que pudieron recolectar, un hombre y una mujer que se hicieron pasar por clientes tuvieron en vilo durante un cuarto de hora a las 15 personas que el viernes a la tarde trabajaban en una fábrica de accesorios para cocinas de la zona oeste. La pareja se presentó poco antes de las 17 y con una amabilidad que no dejaba margen para sospechas solicitó un medidor de gas. Pero apenas franquearon la puerta sacaron dos pistolas y bajo una tunda de golpes sustrajeron más de 2 mil pesos, cheques y el dinero de los empleados. Se fueron tras encerrar en el baño a las víctimas. El más afectado es un trabajador al que le fisuraron las costillas.

   Susana Castagnino no estaba en la fábrica cuando ocurrió el asalto, pero de tanto escuchar el relato de su esposo y su hijo puede contar hasta el último detalle. El robo no los sacudió tanto por el dinero que les sacaron como por la golpiza que soportaron empleados y dueños. “Se llevaron todo lo que encontraron en el camino. A nadie se le ocurrió resistirse porque estaban muy agresivos”, describió.


Como clientes
El golpe ocurrió en la fábrica Carlos González Declerc, ubicada en Zuviría 5952, entre Solís y Magallanes. Allí trabajan alrededor de veinte personas en la elaboración de instrumentos para la medición de gas que se venden a fábricas de cocinas.

   En el lugar no hay atención al público, pero suelen ir gasistas a comprar accesorios. A las 16.45 del viernes golpearon la puerta y fue a atender el hijo del dueño, Marcos, de 33 años. Se encontró con un hombre de unos 40 años enfundado en ropa de trabajo y con una gorra. Iba acompañado por una chica de unos 17 años vestida con pantalón y campera de jean. Con buenos modales, pidieron un medidor.

   El muchacho los hizo pasar, pero los visitantes dejaron la cortesía en la vereda: sacaron dos pistolas 9 milímetros y exigieron dinero, según cuenta Susana. Marcos les dio su billetera con 50 pesos y los maleantes se quedaron sólo con el contenido.

   Después lo condujeron hasta la planta donde los empleados trabajaban entre tornos, balancines y agujereadoras. Allí ordenaron que todos se arrojaran al piso y siguieron exigiendo dinero bajo amenazas, patadas y golpes.

   “Al que se mueve lo matamos”, advirtieron. De acuerdo con el relato de Susana, el falso gasista revisó uno por uno a los empleados mientras le ordenaba a la chica que disparara si alguien insinuaba un movimiento. Así reunieron los relojes y las billeteras de todas las víctimas con sumas de 30 a 80 pesos. También sustrajeron de la oficina unos 2 mil pesos además de cheques.

   Antes de partir encerraron a parte de los empleados en un baño y al resto en el vestuario porque “no entraban todos en un solo lugar”, explicó Susana. De un cajón de la oficina se llevaron las llaves del Renault Megane del encargado, que estaba estacionado enfrente, aunque no lo tocaron. Dejaron la puerta cerrada con llave y partieron.


Fisurado
Adentro, las víctimas esperaron unos minutos antes de llamar a la policía y las ambulancias. El más afectado fue José Consiglio, un empleado de 42 años que sufrió fisuras en las costillas. “La ART le dio 20 días de reposo”, graficó Susana la gravedad de la lesión. Mariela, una empleada de la misma edad, deberá guardar reposo a causa de un pisotón en la parte posterior de la rodilla. Carlos González, el dueño, tiene golpes en el torso. Y a Marcos le pegaron un culatazo en la cabeza.

   “No sabemos qué vinieron a buscar porque no era día de pago, pero por la forma en que se manejaron nos parece que conocían los movimientos de la fábrica”, reveló Susana, sorprendida porque a pesar de la gravedad del asalto el caso no se conoció ayer en los medios de comunicación. “Estas personas se manejaron con mucha impunidad y creemos que la sociedad debe enterarse de estas cosas”, expresó.


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