Año CXXXVII Nº 49513
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Economía
Escenario
Ovación
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 17/06
Mujer 17/06
Economía 17/06
Señales 17/06
Educación 16/06
Estilo 16/06

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 24 de junio de 2007  
Jardín de infantes: oportunidades para todos

Marcela Isaías / La Capital

No hay dudas: los primeros años en la escuela garantizan mejores aprendizajes a lo largo de toda la vida. Con esta afirmación coinciden organismos internacionales, expertos y también, por qué no decirlo, el sentido común que indica el oficio de los educadores.

La sala de jardín se abre como el espacio para compartir juegos, disfrutar de las palabras (a través de canciones y relatos) y desarrollar la expresión en sus diversas manifestaciones. Es juego y enseñanzas al mismo tiempo.

La relevancia que marca este nivel para niñas y niños es lo que ha sido tenido en cuenta para que su obligatoriedad esté contemplada desde los 5 años en la legislación argentina. Y es más, algunas provincias, como Buenos Aires, ya proyectan extender esta obligación a la sala de cuatro.

Pasa que de la misma manera que se resalta el valor del jardín en sí mismo y en proyección a los futuros saberes, también se destaca que estos beneficios se potencian si se piensa en los chicos de sectores menos favorecidos. “Sólo el tiempo escolar puede ayudar a los chicos de sectores populares a construir algo, mientras que otros tienen distintas ocasiones por fuera de la escuela”, advertía el sociólogo francés Bernard Lahire en una visita realizada a la Argentina el año pasado.

Según explicó en ese momento y ante un nutrido auditorio de maestros y profesores, es sabido que “las familias dotadas de recursos culturales, sobre todo las que tienen experiencia escolar, le entregan a la escuela chicos ya portadores de una serie de disposiciones escolares, en formas lingüísticas, de dominio de sí y competencias que no son de desdeñar”.

Y al mismo tiempo resaltó que no todos tienen esta misma suerte y que sólo podrán contar con similares oportunidades de aprender, si a esa diferencia la salva “el tiempo que estén en la escuela”.

En pocas palabras, el jardín de infantes es el escalón necesario para ingresar con más confianza a la escuela primaria, para aprender de manera equitativa y estar con otros. Vale aquí saber que todavía hay mucho por hacer: es que actualmente en la Argentina la atención a los primeros años de escolaridad alcanza al casi el 80 por ciento de los chicos que tienen 5 años, y al 52 por ciento de los que tienen 3 y 4 años, con fuertes disparidades según la región donde viven y la situación socioeconómica.

De todas maneras, como bien destaca un informe de la Oficina Regional de la Unesco para América latina, el foro mundial de la educación que se reunió en Dakar en el 2000 marcó un antes y un después, al indicar que “la educación básica comienza con el nacimiento y se extiende a lo largo de toda la vida”.

Y la misma fuente asegura que es una política integral a la primera infancia (salud, seguridad, protección, educación, etcétera) la variable que define qué necesitan los más pequeños para crecer en igualdad de condiciones.

Sin embargo, también esta tarea empieza por casa: el compromiso que adquieran las familias y adultos que acompañan a los más chiquitos en esta etapa, en tanto primeros educadores, funciona como un excelente soporte para los aprendizajes actuales y los que vendrán.

Y esta es otra de las verdades que también comparten maestros y escuelas.


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados