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 domingo, 24 de junio de 2007  
Trastornos de ansiedad
Cada vez más personas viven con preocupaciones excesivas
Cómo distinguir entre los temores normales y aquellos que alteran la calidad de vida

Florencia O'Keeffe / La Capital

Decía Winston Churchill: “Pasé la mitad de mi vida angustiado por cosas que jamás sucedieron”. La preocupación es un sentimiento común y hasta necesario en los seres humanos, pero cuando los temores y la ansiedad trastocan la vida y provocan sufrimiento constante, es necesario pedir ayuda profesional.

Las personas que se la pasan pensando que algo malo va a suceder, que tienen miedos excesivos y preocupaciones permanentes pueden estar sufriendo lo que se denomina trastornos de ansiedad generalizada, un problema cada vez más frecuente, especialmente entre las mujeres.

El trastorno de ansiedad suele estar acompañado de síntomas físicos como escalofríos, palpitaciones, falta de aire, contracturas, insomnio, necesidad de ir muy seguido al baño y hasta mirada borrosa.

¿Como distinguir cuando la preocupación se torna una patología? “La preocupación es habitual y buena. Si alguien se preocupa por conseguir sus objetivos, si la preocupación tiene que ver con tomar medidas de seguridad para evitar ciertos peligros, estamos hablando de una preocupación normal, esperable. Pero sucede que el ser humano es el único que se preocupa de más. Por su temperamento y su forma de ser, algunos tienen una vulnerabilidad particular para sufrir trastornos de ansiedad y eso los lleva a preocuparse demasiado por las cosas cotidianas”, explicó María Beatriz Moyano, médica psiquiatra a cargo del departamento de trastornos de ansiedad de Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva y Centro de Estudios de la Memoria y de la Conducta), que funciona en Buenos Aires.

“No salgas tan tarde que seguro que te van a robar”; “no viajo en avión porque se va a caer”; “voy al médico porque seguro tengo algo malo”... Estos son algunos de los ejemplos que se repiten entre quienes no pueden parar de sentir que viven amenazados en todos los frentes y que no tienen paz. “Se trata de personas que se preocupan mucho y por muchas cosas, que tienen una mirada distorsionada y exagerada de la realidad”, dijo Moyano. “Lo que intentamos es devolverle la tranquilidad, que puedan discriminar lo que es peligroso de lo que no lo es, que no es cierto que a todos les roban, ni que todos los aviones se caen ni que toda la gente se enferma. Incluso, no sólo lo abordamos desde la psiquiatría, también apelamos a recursos que tienen que ver con el manejo de la respiración y con conseguir la relajación física”, detalló. “Los ejercicios de relajación son apropiados y útiles para aquietar esos pensamientos catastróficos y distorsionados”, agregó la médica.

Moyano comentó que las personas que sufren trastornos de ansiedad generalizada no suelen reconocer que tienen un problema. “Están convencidos de que son así y punto; de que nada ni nadie los puede ayudar, porque en realidad no lo necesitan”, ejemplificó.

“La mujer tiene más predisposición a la ansiedad y la depresión, y si bien hay hombres con trastornos de ansiedad generalizada, son las mujeres las que consultan más”, mencionó Moyano. “Además, es posible que la mujer que es madre, por estar al servicio de los hijos y por tener tantas responsabilidades, tenga un temperamento más ansioso, pero no todas las madres sufren estos trastornos, se tienen que dar otros condimentos”.



Desde chicos

La predisposición a sufrir este problema puede haber surgido en la infancia. “Hay quienes desde chicos son más vulnerables y vivieron en un contexto más favorable para desarrollar este tipo de trastornos”, puntualizó Moyano.

El trastorno de ansiedad generalizada puede ser trasmitido genéticamente, “copiado” de modelos paternos o maternos o puede surgir de un estrés sufrido a edades tempranas.

La especialista dijo que quienes sufren de preocupaciones excesivas suelen ser personas exigentes, concienzudas, dedicadas, que se esfuerzan por hacerlo todo de la manera correcta. Es más, son aquellos que se ocupan de todo y por “Vivir todo el tiempo estresados no es gratuito, a la larga se paga con enfermedades físicas y con la depresión”, remarcó la psiquiatra y agregó que a veces llegan a la consulta algunos que llevan años sufriendo. “Es importante tratar esto pero es fundamental que la persona cambie esa forma sesgada de ver la realidad que puede hacerse crónica”, señaló.

Vivir preocupados no es sano ni bueno para nadie porque también el entorno familiar, los hijos, la pareja y los amigos terminan padeciendo las consecuencias de esas conductas nocivas.

Hay un modo de vivir mejor, es sólo cuestión de ocuparse.
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