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 domingo, 24 de junio de 2007  
Latinoamérica podría pagar su deuda con la plata del juego
Expertos en salud mental piden a los gobiernos que diseñen políticas contra la ludopatía

El dinero apostado en casinos y juegos de azar alcanzaría para pagar en ocho años la deuda externa de Latinoamérica y el Caribe, advirtieron ayer psiquiatras reunidos en Panamá, en el marco del VI congreso sobre el impacto de situaciones de emergencia en salud mental.

   El psiquiatra venezolano César Sánchez Bello instó a los gobiernos de los países de la región a diseñar políticas efectivas para proteger a la población no jugadora de la publicidad que incita a acciones patológicas y genera ludopatía, una enfermedad emergente y crónica.

   El experto en adicciones lamentó que enormes recursos económicos sean volcados a las salas de juegos de azar, mientras persiste una asfixiante deuda externa. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la deuda externa de la región alcanzaba en 2005 los 679,1 billones de dólares.


Distorsión
Sánchez Bello consideró que el hecho distorsiona los objetivos de desarrollo y apoyó los estudios científicos sobre la prevalencia e incidencia de casos de ludópatas, ya que los psiquiatras recurren a mecanismos indirectos, a veces anecdóticos, para abordar situaciones relacionadas con el juego y sus consecuencias. El experto subrayó que para comprender el origen del problema es necesario remontarse a la formación cultural en Latinoamérica. Dijo que los primeros en llegar al Nuevo Mundo eran conquistadores, y luego piratas, y afirmó que muchos de ellos sufrían trastornos de personalidad, consumían alcohol o eran aficionados a los juegos de azar.

   Sánchez Bello destacó que la proclividad al juego ha perdurado a lo largo del tiempo, pero aclaró que no toda persona que compra acciones en la Bolsa de Valores es adicta. Explicó que la relación enferma establecida entre el individuo y el medio (una ruleta o juego de envite) es lo que se convierte en un problema de salud mental, que exige una atención especializada.

   Por su parte, el psiquiatra panameño Carlos Smith comentó que “todas las adicciones son absurdas”, y que los gobiernos de los países latinoamericanos y caribeños deben encarar el desafío con profundidad, para proteger a la población y recuperar a personas afectadas por el juego compulsivo.


Caso testigo
. Recordó que, hace años, recibió en su consultorio a un hombre, quien confesó la pérdida de dinero en una apuesta de dados en un callejón, en un barrio marginal. Como quedó sin un centavo, asaltó a un ciudadano para despojarlo de su billetera y seguir jugando.

   Sin embargo, al regresar al zaguán de las apuestas, los demás jugadores se habían retirado.

   Frustrado y ansioso, el ludópata buscó a un amigo, quien alegó que no tenía dinero para seguir el juego. El ladrón introdujo su mano en el bolsillo del pantalón para sacar un puñado de dólares y, sin pensarlo, respondió: “Yo te presto”.

   De acuerdo con Smith, el caso del paciente ilustra una realidad incomprendida por los jueces penales en Latinoamérica, quienes suelen enviar a la cárcel a los carteristas, al margen de un enfoque criminológico de la causa que indujo al individuo a cometer el hurto o a convertirse en reincidente.

   Opinó que la proliferación de casinos es alarmante y acentúa el problema en ambientes iluminados y coloridos, donde clientes fuman o ingieren alcohol, atraídos por el sonido de monedas que caen de una fuente. De hecho, Panamá posee la industria de casinos y premios más desarrollada, después de Argentina y Puerto Rico.

   En 2006, las apuestas legales efectuadas por panameños y turistas extranjeros alcanzaron los 740,9 millones de dólares, un 18,1 por ciento más que en 2005, según cifras divulgadas por la Contraloría General de la República.

   Smith añadió que la publicidad de casinos manejados por grupos multinacionales es cada vez más audaz, sofisticada y tentadora. Incluso, antiguas máquinas tragamonedas fueron sustituidas por modernos equipos “pagamonedas”, que “enganchan” a profesionales y trabajadores jóvenes, compelidos a gastar el salario o sus ahorros.


Críticas
Debido a las críticas de la Iglesia Católica y grupos cívicos, algunos casinos aceptaron la “responsabilidad social” de prevenir el ingreso de ludópatas y de mujeres embarazadas a las salas de juego. Asimismo, se estudia colocar controladores de tiempo en las máquinas con distintos artilugios electrónicos para reducir el período de permanencia de apostadores en esos locales.

   Sin embargo, Dianitza Franchy, de la Asociación de Ludópatas Anónimos de Panamá (Alapa), insistió que “no existe el juego responsable” y que las personas predispuestas a adicciones jamás deberían ingresar a un casino, cuando tienen la opción de escoger entre el deporte o una velada con sus familiares.
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Advierten que la compulsión al juego es una enfermedad mental.


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