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 domingo, 24 de junio de 2007  
Mercados
Bajar impuestos, la clave de la inversión
El tipo de cambio no garantiza el éxito empresario. Sí la politica impositiva

Salvador Di Stéfano

Los mercados financieros internacionales mostraron que la exuberancia irracional de los precios se despliega en los índices bursátiles de buena parte del mundo. La tasa de largo plazo en Estados Unidos se consolidó por encima del 5% anual. Además, los bonos europeos mostraron una fuerte caída y ya están cotizando en niveles que se ubican muy próximos a ese nivel.

El Banco Central de Gran Bretaña no modificó los tipos de interés de corto plazo, pero la tasa se encuentra en el 5,5% anual. En Japón hay fuerte presión para que suban los tipos de interés y detener la depreciación del yen frente a la moneda americana. El sudeste asiático sigue mostrando una performance oscilante y Latinoamérica no logra consolidar una suba sustentable.

El mundo desarrollado y emergente están signados por un incremento en los precios, que se traduce en políticas monetarias dirigidas por los bancos centrales que apuntan a una suba de los tipos de interés para desacelerar la demanda y de esta forma igualar la oferta, de modo tal de no generar presión alcista en los precios.

Daría la impresión que con la suba de tasas no existe incentivo alguno para que las empresas tomen deuda del mercado para incrementar la oferta. Sin este escenario de fuertes inversiones o mejoras en la productividad, es muy posible que la inflación siga amenazante y los bancos centrales deban recurrir a la suba adicionales de tipos de interés.

Un mundo dirigista

En materia económica aquellos que hablan del valor del dólar como variable determinante de una economía, están cuanto menos equivocados. La discusión sobre tipo de cambio alto, bajo, fijo o flotante es redundante. Cuando un empresario se sienta a realizar un plan de negocios, nota que los impuestos que tienen que pagar son exagerados y sin proponérselo tiene un socio bobo que es el Estado.

La real discusión económica pasa por saber si los países del mundo allanan o no el camino de la inversión. Para ayudar a un emprendedor nada mejor que bajarle los impuestos.

Cuando se hace un plan de negocios no se pregunta cuántos dólares hay guardados en el Banco Central o el valor del tipo de cambio. Se analiza la dinámica del negocio, posibles ventas, costos y los impuestos que hay que abonar. No se mira tanto el tipo de cambio o la tasa de interés.

Para los países la mejor política monetaria es una buena política fiscal. Si un país tiene ingresos superiores a los egresos, y con el excedente procura reducir tributos esto es positivo. Así le allana el camino a los emprendedores, hace que el sector privado crezca para luego el sector público incrementar la recaudación. Con menor presión tributaria estamos en el escenario ideal. En cambio, si un país tiene ingresos superiores a los egresos y comienza a destinar los superávit a incrementar el gasto, estamos en un problema. En este escenario no le ayudamos a crecer al sector privado y hacemos un Estado cada vez más grande y con posibilidades de incrementar a futuro las necesidades de financiamiento recurriendo a nuevos aumentos tributarios (cualquier parecido con Argentina es mera coincidencia).

Los economistas que hablan permanentemente del tipo de cambio como variable de política económica, no son más que magos que fantasean con sacar de verdad un conejo de la galera, cuando todos sabemos que ese es un truco.

Ni Brasil con un tipo de cambio bajo, ni Argentina con tipo de cambio alto tienen futuro si los gobiernos de ambos países no le reducen la presión tributaria al sector privado.

Hace un tiempo atrás se hablaba de las bondades de México y su asociación con el Nafta. Hoy México está por sacar una feroz reforma tributaria que va a contramano con las necesidades de los emprendedores de ese país. Por ende, hay que concluir que ante el aumento sostenido de tributos, el incremento del gasto público y la falta de políticas que alienten la inversión, ni el tipo de cambio fijo o variable nos salvan de una colisión en la actividad.

El mundo pretende ser dirigista, los economistas pretenden controlar las variables económicas subiendo las tasas o manipulando el tipo de cambio. Esos recursos pretenden mostrarnos que se pueden hacer ajustes sin dolor o adelgazar sin dejar de comer. Puro fetichismo en los tiempos modernos que corren.


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