Chiqui González: “Rosario se convenció de que es creativa”

Isolda Baraldi / La Capital

La celebración por los 50 años del Monumento a la Bandera que se vivió durante esta semana sorprendió a los rosarinos con un sinnúmero de actividades culturales por demás de originales. Manuel Belgrano cobró vida, entró junto a los jinetes por el sur de la ciudad y relató su epopeya; los gauchos hicieron asados a la estaca en el parque Independencia, hubo artesanías, encuentros folclóricos y distintas muestras. Detrás de cada idea que impulsó el municipio estuvo la creatividad de María de los Angeles Chiqui González, la secretaria de Cultura que no deja de sorprender con sus originales iniciativas. Una vez cumplida la tarea, afirma que “Rosario se convenció de que es enormemente creativa”, pero admite que no es sencillo aunar ese potencial con los grandes bolsones de exclusión y de pobreza. Por eso llamó a trabajar de modo horizontal entre todos los sectores para llegar a quienes no tienen acceso a nada. Pero advirtió que se debe “respetar la vida en la pobreza”.

   —El año pasado se formó el comité de festejos del Monumento y, en principio, apareció como algo acartonado. Sin embargo hubo encuentros masivos en distintos puntos de la ciudad ideados por usted.

   —Hubo cosas integradas. Desde el comienzo el comité organizador estuvo muy abierto a otras expresiones. Se puede salir de una secretaría basada exclusivamente en las artes y pasar, sin abandonar la exquisitez, a una política de cultura que se cruce con la ciudad, con sus valores históricos, sus encuentros y convivencia.

   —En general la gente reconoce a los funcionarios porque las cosas andan mal, sin embargo no es su caso.

   —(Se ríe) Es verdad, tengo poco más de un año como secretaria pero las personas me conocen desde hace mucho.Creo que también sintetizo un momento de la ciudad. Después de 30 años de trabajo de entidades públicas y privadas, llegó el momento en que Rosario se convenció de lo enormemente creativa que es. Por alguna bendición o por muchos años de trabajo en la cultura, me toca el reconocimiento de la población y sumo méritos de muchos otros. La gente reconoce una centralidad y una decisión de la gestión cultural.

   —No debe ser sencillo combinar esta centralidad en una ciudad creativa con gran potencial, pero que convive con grandes bolsones de marginalidad y pobreza.

   —Es muy difícil, pero hay una política de descentralización que va llegando de a poco a sectores muy humildes. Los planes de descentralización ayudan mucho, porque en cada distrito se crea un programa cultural y es ir como en un oleaje a buscar por medio de la formación, talleres, espectáculos y fiestas culturales, la incorporación de esos sectores.

   —¿Cómo se trabaja con la marginación?

   —Hay que llegar hasta allí. En algunos casos se puede y en otros hay que luchar mucho para hacerlo. Llegar a las capas más humildes no es sólo llegar territorialmente, es hacerlo a través de su ideas, pasiones, su forma de vivir. Con multiplicidad de lenguajes, hacer operaciones muy serias, ver qué es lo popular, lo cultural. Hay que pensar todo el escenario. La cultura sola no llega, necesita de un entramado horizontal del Estado. La cultura es salud, abrir las calles. Es educación y tener zonas de encuentro y defenderlos. Hay que conocer qué es lo que el otro desea o necesita. Tener respeto por la vida en la pobreza sin disminuir el eje de una verdadera incorporación social.

 —¿Es posible?

   —Hay muchos esfuerzos, pero todavía falta mucho. Porque la cultura sola no puede llegar, ni siquiera de la mano de la salud, si no llega el trabajo; que es la acción del hombre y es lo que realmente provoca una revolución cultural.