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domingo,
24 de
junio de
2007 |
In memoriam Edgardo Garbulsky
Teníamos cinco o diez años cuando llegó la noche. Nosotros no supimos bien lo que pasó, tuvimos siluetas, sombras, espectros en vez de verdades, todas recubiertas de tinieblas. El terror, el silencio, la huida hacia adelante y el conformismo signaron en nosotros una mirada aterida del pasado. Fueron hombres y mujeres, escasos, sobrevivientes, briosos, generosos, los que casi sin preguntas nos dijeron qué pasó, pero no sólo cuánto hubo de muerte, no sólo cuánto hubo de combate, no sólo cuánto hubo de injusticia y de traiciones, sino también cuánto se dio a la vida, cuánto terreno se le conquistó al odio, cuánto se quiso. No sólo el sable ensangrentado del dictador en la Moneda o en la Rosada, también el canto de la compañera en una peña, la venida de los hijos en la lucha, o alguna borrachera o alguna duda hermana. Eso fue Edgardo Garbulsky, para muchos de nosotros alguien que quiso más darnos lo que tuvo, que recibir lo que no podíamos dar; y esto no tendría más que un vano sentido —parafraseando a alguien— si no existieran entre nosotros otros como él, que son cada vez más, que serán miles. Que sean nuestras luces venideras a la memoria del camarada Edgardo Garbulsky.
Angel Oliva
(Asociación Gremial de Docentes e Investigadores de la UNR)
N. de la R.: Edgardo Garbulsky falleció el martes pasado. Era antropólogo y ejerció la docencia en la Escuela de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.
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