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 sábado, 26 de mayo de 2007  
En Santa Fe el 98 por ciento de los chicos asiste a la sala de 5 años. Sin embargo, no alcanzan los docentes para atender un nivel clave de la educación
El jardín de infantes crece pese a la falta de cargos y recursos

Micaela Pereyra / La Capital

En Santa Fe el 98 por ciento de los chicos de 5 años asiste al jardín de infantes. Sin embargo, la falta de cargos docentes, de personal especializado en atención de la infancia y de infraestructura adecuada no acompaña esta etapa esencial de la educación. La proximidad del Día de los Jardines de Infantes es una nueva oportunidad para destacar la importancia del nivel inicial de aprendizajes.

“El nivel inicial es un lugar de inclusión de los chicos al sistema educativo que garantiza la recreación, socialización y creación de hábitos, pero también atender a la falta de estimulación temprana, la ausencia de espacios para el juego, y falencias en la palabra y oralidad”, advierte Daniela Vergara, vicedirectora del Jardín de Infantes Nº 89 de Fray Luis Beltrán y secretaria de nivel inicial de Amsafé Rosario.

La nueva ley de educación nacional reconoce a la etapa inicial como una unidad pedagógica que abarca a los niños desde los 45 días hasta los 5 años de edad (la sala de cinco es obligatoria). Habla de la necesidad de universalizar la sala de 4 años y —a diferencia de la ley federal— incluye a los jardines maternales dentro del sistema educativo.

La inclusión de los chicos en este ciclo de enseñanza, en un marco de contención educativa y social, es fundamental desde lo pedagógico, en especial para los sectores desfavorecidos. Pero para garantizarla es necesario que la universalización de la educación inicial anunciada en la nueva ley se traduzca en la creación de nuevos jardines, el aumento de cargos docentes, de porteros, de maestros especiales y de directivos.

Si bien la matricula del nivel ha crecido y son más de 65 los jardines oficiales en Rosario, existen también 30 pedidos para la creación de nuevos edificios. Además son numerosos los reclamos de material didáctico, mantenimiento edilicio y cargos docentes para salas de 5, 4 y 3 años. Al mismo tiempo, este descuido trae en algunos casos la disminución de la matrícula, sobre todo en la zona céntrica de la ciudad, donde los institutos privados disponen de mayores posibilidades para asistir a los niños.

“Los jardines públicos tienen muchas faltas y las mamás se replantean si dejan sus chiquitos de 4 años en grupos numerosos o en situaciones que no son las ideales, quieren que sus chicos estén asistidos en lugares preparados, acordes, en otras condiciones”, comenta Daniela Vergara .



Necesidades   

En las áreas periféricas, los pocos jardines que hay son públicos y en la mayoría de los casos las situaciones edilicias, la precariedad y la desatención del Estado no hacen más que reproducir las condiciones de pobreza del entorno.

Luego de la inundación fueron muchos los establecimientos que aún esperan arreglos esenciales para funcionar adecuadamente. “Cuando fue el último temporal, no tuvimos necesidad de anunciar la suspensión de clases, no sólo no estábamos en condiciones edilicias sino que no venían los chicos, los inundados eran nuestros alumnos”, explica Viviana Almada directora del Jardín Nº 232, que funciona en Comercio 1624 en la zona norte de Rosario.

Este jardín nació en 1998 como un desprendimiento de la Escuela Nº 825. En la casa donde actualmente funciona el jardín vivía una familia, luego se transformó en una carnicería, y más tarde se realizaron algunas refacciones temporarias para acondicionar las instalaciones para niños del nivel inicial. La casa carece de gas natural, los techos tienen grietas y rajaduras, los baños están entre medio de las aulas y el espacio les ha quedado chico.

Por esos motivos, dos de las siete salas funcionan en el club Parque Casas, a la vuelta del jardín, en Rauch 838. Cada día se arma el “aula club”. Un pizarrón hace las veces de biombo dejando en el fondo del salón a las botellas de vermut, que luego por la tardecita recuperan su espacio en las mesas de cartas de los hombres del club. Los fines de semana el espacio se alquila para fiestas y el lunes vuelve la magia del jardín que se apodera del bar.

“Nosotros agradecemos al club, permanentemente intentamos colaborar con ellos porque estamos de prestado, sino estuviéramos ahí no tendríamos a dónde ir, pero las condiciones no son buenas”, señala la directora Viviana que ingresó al jardín en julio del año pasado luego de los concursos de directivos.

La matrícula fue creciendo y hoy 170 chicos concurren entre los dos turnos, además tienen una lista de espera de 50 chicos para una nueva salita de tres, pero les faltan cargos y espacios. “Los padres comenzaron a concientizarse y quieren traer a sus chicos a sala de 3. Algo muy beneficioso en esta realidad, para estos niños su ingreso a la primaria será mejor”, agrega Viviana.

Al Jardín Nº 232 lo rodean tres asentamientos: Sorrento y Travesía, Casiano Casas y el ubicado al final de la calle Cavia. Muchos chicos se encuentran en situaciones de abandono, de riesgo social, sus familias tienen pocos recursos, muchas madres son sostén de familia y se encuentran muy solas; y, según lo comentado por las maestras, colaboran incondicionalmente para que el jardín funcione e incluso en ocasiones se acercan a cocinar y contribuir con la limpieza del lugar.

Por estos días la preocupación de la directora está centrada en encontrar un terreno amplio para que el gobierno construya el nuevo edificio prometido.

La realidad de este jardín no es algo aislado en la provincia. Tal como señala Luciana Pérez, docente de nivel inicial de Santa Fe y actual secretaria del nivel de Amsafé provincial, “hay demoras en los expedientes que tramitan tanto la creación de nuevos jardines como de cargos docentes” y “hay muy pocos cargos de auxiliar docente, de secretario y de porteros, en este último caso para suplir la falencia suman personal de planes sociales que cumplen funciones de limpieza”.

Pero hay más. La normativa vigente en la provincia de Santa Fe contempla la presencia de los maestros de música y de educación física.

“No todos los jardines cuentan con estos docentes, y en algunas experiencias se trata de ´horas prestadas´”, agrega Luciana Pérez, a la vez que advierte que a nivel oficial son 16 los supervisores para atender el nivel y que “cada uno tiene a su cargo entre 20 y 30 jardines de infantes y entre 35 y 40 escuelas primarias con secciones de este nivel”.
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Los chicos del Jardín Nº 232 de Rosario comparten sus aprendizajes entre las salitas de su escuela y las que les presta el club del barrio.

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