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miércoles,
16 de
mayo de
2007 |
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Charlas en el Café del Bajo
-La carta que vamos a reproducir entre hoy y mañana es muy especial. Es la carta de una mamá que debió soportar la agresión de su ex esposo y lo más sufriente, seguramente, fue el tener que observar cómo ese ser humano no tuvo ningún escrúpulo en emprender contra su hijo. Agradecemos las palabras preliminares y luego de ellas la señora dice: "Quizás mi historia de vida signifique una más para vos, pero no así para mi hijo...".
-Mi primera interrupción es para decir que ninguna historia de vida significa una más para mí, especialmente cuando son historias de sufrimientos, de congoja y desolación. Hace muchos años conocí a un señor, muy sabio, muy conocedor del llamado enigma humano, que decía "cada dolor me duele" y en silencio oraba por el sufriente, aunque fuera un desconocido. De él aprendí algo, luego me gradué en la "Sorbona" de la nostalgia, aunque no pueda decirse, en rigor de verdad, que fui un alumno brillante. No descollé como otros seres humanos a quienes admiro por su fortaleza y la sublimidad alcanzada aprovechando el dolor. A mí me duele el dolor del prójimo, me irrita y subleva la injusticia. Y no es, mi querida amiga, que yo sea una víctima, no. Tampoco un justo, pues yo también he tomado de las brasas del infierno y servido a lo inútil y maligno.
-Confesiones de otoño. Sigo leyendo la carta. Dice la señora: "Lamentablemente después de compartir 22 años junto a un hombre el cuál yo creía que junto a el había formado una familia, hace tres años decidí separarme de ese hombre porque la convivencia se hacía cada vez más insoportable y transmitía al menor un ejemplo que personalmente no estaba dentro de mis hábitos de vida. Así llegué por primera vez a los Tribunales de Rosario, inmersa en una desesperación total porque no había nadie ni nada que detuviera el accionar dañino del padre hacia su hijo con actitudes totalmente desconocidas por quien te escribe. Allí un señor llamado "juez de familia", a quien le estaré de por vida agradecida, sólo atinó ante tanta violencia psíquica y emocional hacia el menor y hacia mi persona realizar la exclusión bajo la carátula de "violencia familiar". Aun así este señor que yo consideraba mi esposo, padre de mi hijo, desobedeció a su señoría haciendo lo que quiso hacer con actitudes burlonas e hipócritas. En ese momento yo tenía un solo objetivo: contener emocionalmente a mi hijo ya que por ese entonces sólo tenía 10 años y lo logré Candi, hoy es un adolescente de 13 años, inteligente, capaz, que me da muchas satisfacciones entre ellas el decirme: "Mamá, estamos solos pero vamos a seguir para adelante".
-Impactante esta última frase, amigos lectores. Especialmente para aquellos que en ocasiones están no sólo afligidos, sino que se sienten abandonados, perdidos en el desierto de la vida: "Estamos solos, pero vamos a seguir para adelante". En realidad, ningún ser humano está solo si busca la sustancia, lo esencial. Ese "vamos a seguir para adelante", esa fe, esa convicción, denota, para mí, esa presencia que a menudo no percibimos porque no la miramos, no la buscamos con los ojos del espíritu. Mañana seguimos con la carta.
Candi II
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"No creo que Cristina (Kirchner) avale la candidatura de Latorre, sí sé que Roxana llenó los locales con una foto que se sacaron juntas"
Carlos Reutemann
Senador nacional por el PJ
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